Descentralizar

Sería bueno para todos esos españoles saberse propietarios mancomunados de un formidable tesoro, el Prado

Una de las primeras medidas anunciadas por el ministro de Cultura, señor Urtasun, ha sido la de “descentralizar” el Museo del Prado, cosa que ya había propuesto el anterior ocupante de la cartera, señor Iceta, y ambos aquejados, probablemente, por la obsesión de Madrit, habitual en la política de agravios más o menos catalanista. Lo cierto, en todo caso, es que el señor Urtasun llega tarde, como también lo hizo el señor Iceta, de ahí, quizá, que abandonara su idea de desguazar el Prado para mejor momento. Hace ya muchos años, uno de sus directores, don Francisco Calvo Serraller, escribía con legítimo orgullo que “el Museo del Prado, con sus tres mil obras esparcidas por todo el territorio del Estado español, puede enorgullecerse de ser uno de los museos nacionales más descentralizados del mundo”. Descentralización que se refiere tanto a las obras cedidas a muchos museos autonómicos (el llamado Prado disperso), como a las continuas exposiciones temporales, de amplia circulación, que conforman el Prado itinerante.

Una parte no menor del Prado disperso consistió en los fondos disfrutados por numerosas instituciones (ministerios, etc.), que solo muy lenta y trabajosamente se han ido recuperando. Tales fondos, abundantísimos, procedían de las desamortizaciones del XIX, que se hacinaron en el museo de la Trinidad de la calle Atocha, hasta su unión con el entonces museo Real de Pinturas, para formar el Museo del Prado, tal como lo conocemos, y donde la falta de espacio favoreció la dispersión de obras. No es, pues, la “descentralización”, ya existente desde hace décadas, lo que debiera preocupar al ministro. Pero sí la correcta difusión de su contenido entre los españoles. A este respecto, el señor ministro quizá tenga a bien promover las visitas estudiantiles, venidas de toda España, a uno de los lugares más hermosos y emocionantes del planeta.

Sería bueno para todos esos españoles, jóvenes o viejos, llegados de todas partes del país, saberse propietarios mancomunados de un formidable tesoro, que es también un trozo decisivo de su historia. Ahí, tanto en el continente como en el contenido, se encierra una parte, en absoluto desdeñable, de la crónica mayor del mundo, en la que participaron, de un modo u otro, sus antepasados. En este preciso sentido, escribe Gaya Nuño que “todo español debería sentirse un poco director –y, naturalmente, para serlo, sentirse también primer servidor– de nuestro gloriosísimo Museo del Prado”. Que así sea, señor ministro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios