Más allá del derecho a disfrutar de unas vacaciones bien merecidas (otra cosa es que se tenga voluntad o no para cogerlas ) el mes de agosto se ha convertido en esa época en las que los tiempos se duplican, las esperas se redoblan y los silencios de las administraciones se alargan en el tiempo ante la impotencia de quien los sufre. Mientras tanto, la vida continua, las gestiones siguen siendo necesarias y muchas veces la información se demanda a un ritmo mayor... Vacaciones sí, pero con la puerta entreabierta, por favor.

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