VÍCTOR Muñoz cumple sus sueños al repetir dos triunfos y romper la racha negativa fuera en el momento más deseado. El Recre toma aire fresco, pasa una segunda semana sin la presión del descenso y disfruta de relativa tranquilidad, que echando la vista atrás es un anhelo que parecía imposible. La soga interna se afloja en torno al cuello del técnico y mantiene una distancia prudencial con sus sempiternos enemigos. Eso sí, sólo es una dosis de ilusión y optimismo dentro de una parcela de menos pesimismo.

De la travesía por el desierto a dar un salto en la clasificación casi sentencia al Levante (nunca se puede decir nunca jamás), que señala el perfil de quitarse un rival directo de los tres previstos. Es un buen momento para afianzar posiciones y opción de una inyección de adrenalina para enfocar un ligero despegue que evite otra caída libre como sucedió tras los triunfos seguidos frente al Espanyol y Deportivo, y que arrastró la dinámica perdedora.

Y es destacable como retribución añadida la expansión goleadora con el bautismo de Camuñas y Jesús Vázquez, dado que en la previa sólo cuatro compañeros tenían el privilegio en el exiguo bagaje liderado por Martins, Javi Guerrero, Sinama Pongolle y Aitor. Sólo se echa en falta la continuidad de los dos delanteros en la definición, que ofrecería muchas alternativas. Un equipo como el Recre debe apoyarse en pilares básicos en cada línea para encontrar la solidez y referencia en fases claves.

Se palpan mejoras. El saber estar de Sorrentino se nota a medida que conoce el fútbol español, de ahí que su adaptación sea proporcional a su alza de rendimiento. Un paso atrás lleva Beto como mandamás defensivo, Jesús Vázquez y Martins recuperan sus sensaciones y queda pendiente el avance de calidad con Sinama Pongolle, al margen del freno de los jóvenes extremos Varela y Marquitos. El Recre busca su empaque, ahora toman cuerpo sus directrices.