Análisis

Juanma G. Anes

La vida en un segundo

Va siendo necesario cortar el cable que anule el explosivo antideportivo

Dicen que, justo antes de morir, se ve la vida entera pasar en apenas un segundo. Debe impresionar eso de contemplar los momentos más señalados de la misma a través de, imagino, algo así como diapositivas superpuestas a la velocidad de la luz. Lo cierto es que, con este sufrimiento in extremis de los últimos tiempos, los recreativistas tenemos una ventaja: traemos de serie un entrenamiento personalizado ante tal momento crítico, y es que hemos visto pasar la vida del Decano por delante ya más veces que las reposiciones de Verano azul. En demasiados momentos ha estado el club a punto de entrar en otra tortura clasificatoria insoportable y de estirar la pata, pero siempre nos libramos de lo peor en la última centésima. Ni Bruce Willis en la saga completa de La Jungla de Cristal, vaya. El Recre cogió hace tiempo la costumbre de esas escolopendras que, por cien veces que se les pise, continúan vivitas, coleando y desesperando. En esos patios de vecinos que son las redes sociales hay mucha gente rezumando odio -y complejos- que sigue preguntando al aire domingo tras domingo: "¡¿Pero todavía no ha desaparecido el Recre?!". Pues no; unas veces cogemos aire por un portero que nos regala un gol al tropezarse como si un topo hubiera estornudado bajo sus pies; otras, por un tanto en el minuto 92 que valió más al día siguiente que el día que se marcó... y otras, gracias a una campaña de salvación solventada de forma milagrosa el día de autos. Esto es lo que hay.

Que seguimos salvando nuestra vida cada día se nota en las celebraciones de los goles albiazules. Aquí no hay cucarachas, ni sambas, ni palmaditas con bailes y poses ridículas de jugadores, no; producen tal locura colectiva, en el campo y en la grada, que parece que todos festejan haber cortado, de nuevo, el cable que desactiva la enésima bomba traicionera instantes antes de que el contador llegase a cero. Y ya va siendo extremadamente necesario cortar el cable que anule el explosivo extradeportivo, que esa cuenta atrás ya ha comenzado. Otro 30 de junio como el del pasado año no, por favor; aunque sólo sea por caridad…

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