Análisis

pedro josé morcillo azcárate

De la nostalgia a la evolución

¿Quién no recuerda su primera noche de cofradía o la primera recogida?

Al cofrade le llega con mucha frecuencia la nostalgia con la que recordamos aquella época pasada cuando, como niños que éramos, comenzábamos a conocer nuestra Semana Santa, esa época de inocencia en forma de un playmobil en una caja de zapatos, del rito de desenvolver la bola de cera un Viernes de Dolores. ¿Quién no recuerda con exactitud su primera noche de cofradías, la primera vez que uno presenciaba la recogida de una hermandad? En mi caso recuerdo aquel Lunes Santo en el que llegados a casa después del palco, mi padre nos propuso a algunos de mis hermanos ir a ver recoger las Tres Caídas, ¡que locura!

Tan nostálgicos somos los cofrades que tenemos nuestro historial de búsqueda en Youtube lleno de nombres de hermandades, de años y de calles. Los de mi generación tenemos el que es el vídeo nostálgico de cabecera, ese VHS de carátula morada del año 94 que se entregaba con Huelva Información y que algunos teníamos rallado, era el primer vídeo que teníamos de nuestra Semana Santa y nos sabíamos los comentarios de memoria, y aún a día de hoy pongo en píe la mayoría de ellos.

Nos encanta irnos muy atrás en el tiempo, ver esos vídeos de las hermandades entrando en la Carrera Oficial por el Hotel Tartessos, esa Semana Santa que era tan de noche, tan tardía, de esas recogidas interminables, de la alegría de esos palios balconeros, de la ilusiones de las cofradías nueva, del paso dorado del Descendimiento y del de madera oscura del Buen Viaje. Aquella era la Semana Santa de las tres cofradías por día, la del intento (o invento) de madrugá forzada y con calzador, la del Felipe de la Burrita y la de los palios lisos, esos que iban de costero a costero, la de la rampa de San Sebastián y la de los eternos pasos de las cofradías por Carrera Oficial, esa que no se terminaba ningún día antes de las doce de la noche y que tenía mayor anchura que una autopista, la de los capataces vestidos de nazarenos… Era la Semana Santa de nuestra niñez, la que recordamos con cariño por ser con la comenzamos a sentir esa bendita locura del mundo de las cofradías, tenía muchas cosas que mejorar, pero es la Semana Santa que guardamos en nuestra memoria como un tesoro, empezábamos a descubrir algo maravilloso.

Desde entonces hasta ahora la evolución ha sido abismal, todo se ha ido poniendo en su sitio, amoldándose y tomando forma. Empezando por la estructura de nuestra Semana Santa tenemos por un lado jornadas que se han ido equilibrando con las nuevas incorporaciones y con los movimientos de otras ya existentes, llegando a la actual configuración de cuatro cofradías por día. Se puso fin a la locura de esa Madrugá sin sentido que condenó a dos cofradías a años de desolación y falta de crecimiento, y es que todo cae por su propio peso y cuando las cosas tenían una razón de ser que intentamos distorsionar, todo vuelve a como nunca debería de haber dejado de ser. Tenemos unos horarios que han terminado con conflictos históricos y graves, donde antes se solucionaban a golpe de laudos, hoy en día disponemos de unos horarios encajados y cuadrados casi a la perfección de forma razonable, otro ejemplo de que las cosas tienen su orden y lógica que al final y a pesar de todo impera el bien común, y ya si hablamos de patrimonio y estética nos salimos.

Para mí, y gracias a Dios, cualquier tiempo pasado no fue mejor, evolucionamos y lo hacemos por el buen camino.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios