Análisis

Miguel lópez verdejo

La conversión

Cada vez son más las cofradías que salen de la Cuaresma para celebrar sus cultos

Es un tópico, cuando llegan estas fechas, hablar del tiempo de conversión. Suele aparecer en los titulares de nuestros boletines, hojas parroquiales (sí, algunas existen) y documentos diocesanos en general. La Iglesia, dentro de su año litúrgico, dispone de este tiempo especial de preparación para la Semana Santa, con todo lo que ello implica. Las hermandades, cuyo fin principal (no lo olvidemos) es el culto, intentan contribuir a esa preparación de sus hermanos ante la Semana Santa disponiendo los suyos en estas fechas. Pero quizá este sea otro tópico: hagamos un pequeño repaso.

Lo más habitual es que nuestras cofradías rindan culto a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre con diferentes advocaciones. Y cada una de ellas tiene su función solemne en un momento concreto del año, precedida del correspondiente triduo, quinario o septenario. Hasta aquí, bien. También sabemos que es costumbre que los cultos a la Virgen se ubiquen cerca de la festividad de tal advocación (Inmaculada Concepción, Dolores Gloriosos, Expectación de Nuestra Señora) y los del Cristo en Cuaresma.

Una simple mirada a las convocatorias de nuestras hermandades en décadas pasadas nos hace ver que, como norma general, esto se cumplía. Sin embargo, vemos cómo con el paso de los años muchas corporaciones están sacando los cultos cuaresmales al tiempo ordinario precedente. Me parece muy lógico que, ante la carencia de sacerdotes, las hermandades que se van añadiendo a la nómina del Consejo entiendan que adelantando sus cultos encontrarán predicadores con mayor facilidad, además de escapar de la saturación propia de esas fechas en las que todas coincidían.

No se entiende tan bien el hecho de que las cofradías más antiguas, salvo honrosas excepciones, salgan también de la Cuaresma para colocar sus cultos de regla en el tiempo ordinario. Me he tomado la molestia de preguntar a amigos de varias de estas cofradías y la respuesta que me encuentro es unánime: adelantando los cultos tienen más tiempo para montar los pasos y preparar todo lo necesario para la estación de penitencia. Que no es poco.

La respuesta me parece muy respetable, ojo, porque son ellos los que limpian sus candeleros, no yo. Pero, simplemente, me gustaría proponer la reflexión de hacia dónde nos lleva una Cuaresma cada vez más vacía de cultos. Y digo cada vez porque sigo escuchando que otras hermandades se plantean también adelantar sus cultos (actualmente) cuaresmales.

Desde mi punto de vista, que obviamente no constituye dogma de fe alguno, una Cuaresma cada vez con menos cultos nos propone un vacío que se llena con lo superfluo: ensayos de costaleros, tertulias informales y conciertos de bandas. A mí me encanta que los pasos anden por derecho, hablar de cofradías con mis amigos y escuchar marchas procesionales, pero estaremos de acuerdo en que esto es lo accesorio, no lo central. Digo más: algunas hermandades, en un esfuerzo casi heroico, tratan de cubrir este vacío con actos piadosos como el rezo del vía crucis, pero está demostrado que, salvo que alguna imagen presida el acto, se quedan en ejercicios muy minoritarios. Por terminar de un modo positivo, me gustaría felicitar y animar a la Hermandad del Nazareno, que contra la tendencia antes citada mantiene su función principal en un día tan hermoso en su significado como es el cuarto domingo de Cuaresma, dando así el cierre a los cultos litúrgicos de nuestras cofradías. Ya queda menos.

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