La exigencia de dar un paso más es el reto del Recreativo cuando su productividad en los 11 partidos de la segunda vuelta se asemeja a un aspirante al ascenso. Mantener el buen nivel competitivo en el patio de su casa para instalarse en el penúltimo escalón hasta llegar al umbral donde se respira el aire fresco de la salvación, que olvide la contaminación que inundó todas sus pertenencias. Un paso decisivo cuantitativo y cualitativo en el terreno, un gran salto para esclarecer un futuro institucional imposible económico para el patrón expropiador.

El Recreativo pasa examen a su fase más estable y rentable de la temporada para subir la nota, que le permita finalizar un curso convulso mostrando la acreditación del "título honorífico de la resurrección" cuando tenía durante la primera vuelta un virus sin antídoto. Siempre rodeado y arropado de su familia más cercana, esa fiel afición sostenida por los tifos con mensajes directos de la "grada de animación", que involucra al resto del graderío para que cada jugador sienta el aliento en su cogote.

Un deseo vehemente del recreativismo: eludir el pasado con otro atracón de sofocones haciendo números y cábalas al límite del pánico mirando de reojo a los otros implicados en la batalla extenuante. Este reinventado El Ejido, que ridiculizó y alteró el retorno de Pavón con la mayor goleada (6-1) en las nueve temporadas en Segunda B, ahora en retroceso desde el arranque de la segunda vuelta (11 puntos) mirando el abismo. Junto al colista Sanluqueño y Mancha Real son los más derrotados (15) y es el que menos empata (6), bien gana o pierde. Y el Nuevo Colombino es un escaparate atractivo, siendo un estímulo extra para el rival como está demostrado. El Recreativo repasa su lección tras el fiasco de ocho ocasiones: repetir victoria por primera vez en la Liga. Su asignatura pendiente a superar en su momento de lucidez ejecutiva.