Ha tenido que morirse María Teresa Campos para que se ponga de relieve la tenacidad de una comunicadora surgida de la periferia y que de forma autodidacta durante más de treinta años vino a ocupar el sitio que le correspondía por talento y tesón. Desde la periferia los reconocimientos tardan mucho más en cristalizar y de ahí que, efectivamente, la malagueña consiguiera su consagración cuando ya rondaba los 50. Ese carácter de periferia capaz de aglutinar el mapa entero es el que da más significado a un fenómeno (en todos los aspectos) como el de Karlos Arguiñano que ha firmado para proseguir en activo más allá de esos 75 años que no aparenta.

Terelu Campos, para siempre “la hija de María Teresa Campos” (con todo lo bueno y malo que conlleva y como ha sido así durante todo este tiempo) inicia así una nueva vida, nueva etapa. Y ese nuevo camino va a ser en La 1, tras el cierre de Sálvame y con Mediaset sin haber estado a la altura de la despedida a la matriarca, con la que no se fue generosa en la recta final de su vida. Terelu ha recuperado el Apueste por una en Mañaneros, el debate a dos, de convicciones firmes, que hacía su madre en la radio junto a Patricia Ballesteros y con el que encontró la oportunidad y popularidad en el matinal de Hermida. Los tiempos han cambiado pero ese formato del cara a cara, dentro de un magacín de actualidad, tiene su sentido.

No tiene aquel impacto y sorpresa de su tiempo porque de la conversación férrea se pasó con los años al grito pelado en cualquier programa. Pero es una puesta en escena clásica que puede recuperarse y debe reclamarse. Campos (jr.) y Ballesteros volvieron a empezar con el tema de avisar a un amigo sobre una infidelidad. Un gesto.

Terelu también forma parte de La Plaza, con Jordi González, y la actual RTVE contará con ella para más programas. La hija de Campos es una víctima más de esa guerra civil intestina que se libra en Mediaset entre Unicorn Content (A punto R punto) y La Fábrica de la Tele (J punto J punto V punto).