Pacientes y sanidad

La participación de los pacientes en los procesos es una gran oportunidad

Es una evidencia que los pacientes tienen un potencial para la mejora de la calidad y eficiencia del sistema sanitario de enorme importancia si se establecen vías para asegurar su participación. Esto es así en general y aún más evidente cuando hablamos de pacientes con enfermedades crónicas.

Las personas afectadas de una enfermedad tienen una vivencia enormemente importante e intensa de la manera que le afecta la enfermedad, de la manera en que el sistema responde a sus necesidades o de la manera en la que los tratamientos afectan y eventualmente mejoran o no su calidad de vida. Debe considerarse al paciente como una pieza de enorme relevancia en el puzzle de la asistencia en el que otros actores intervienen (muchas veces sin tenerle en cuenta).

En esta tribuna me quiero detener en reflexionar sobre la utilidad potencial de la participación del paciente en la gestión de la medicación cuando hablamos de situaciones en las que la persona tiene tres o más enfermedades crónicas y una situación de polimedicación con cinco o más medicamentos en su hoja de tratamiento.

Un criterio de calidad asistencial sería la realización sistemática de una evaluación profunda y con rigor metodológico de la efectividad de los tratamientos, para mantener la estrategia terapéutica o corregirla en caso necesario ante la eventualidad de detectar inefectividad, reacciones adversas, interacciones u otros problemas.

La participación del paciente en estos procesos reúne elementos que permiten complementar la eficacia de las medidas a adoptar cuando se detecten problemas como los señalados. Incluso a la hora de hacer viable la modificación del enfoque terapéutico, que debe condicionar e incluso obligar al especialista hospitalario (siempre que usemos protocolos basados en la evidencia), el paciente tiene aquí un espacio muy relevante para la participación activa.

Resulta de enorme importancia el trabajo continuo para asegurar el fortalecimiento del papel del paciente mediante estrategias que hagan viable la adquisición de un rol experto capaz de entender los retos a abordar en un tratamiento con potencial de mejora y exigir los cambios terapéuticos que resulten convenientes en base a la evidencia científica.

Si las estrategias de mejora de la calidad asistencial en los pacientes con multimorbilidad y polimedicación se hacen en el ámbito de la Atención Primaria y, si además cuentan con la participación del paciente experto, es evidente que el papel central de la Atención Primaria en el sistema sanitario será una realidad porque no se entendería (y el paciente no aceptaría) que una modificación o ajuste de la terapia quedase pendiente a la “autorización” de alguno de los especialistas implicados. Ello conlleva también la necesidad de asegurar la participación de los especialistas hospitalarios en la gestión de estos procesos y estrategias de mejora de la calidad asistencial.

La cronicidad y la polimedicación son una característica esencial de la demanda asistencial; esto es algo que va a ir a más como consecuencia del envejecimiento poblacional junto a la mejora asistencial y terapéutica que se irá produciendo como consecuencia de los nuevos avances científicos y otras variables que mejoran la calidad de vida. Por eso el trabajo con el paciente y la participación del paciente en la gestión de sus procesos asistenciales se nos ofrece como una gran oportunidad para la mejora de la calidad y de la eficiencia del sistema sanitario.

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