En cada pretemporada uno busca motivos para venirse arriba, para creer, para tener un punto de arranque al que agarrarse con el fin de pensar que lo mejor lo tienes cerca, de puertas para adentro. Ese ansia es el que persigue a los aficionados del Recre en los últimos años. Con todo rodeado de incertidumbre, la prueba de fe ha presidido hasta el más mínimo gesto. Cómo beber agua, cómo arquea las cejas el entrenador o la cara de un futbolista que mete un buen pase. Todo eso bajo la lupa porque la religión recreativista está ávida de homilías que le endulcen el alma. Este año no es menos.

En Cartaya se puso el Recre en el primer plano del escaparate por primera vez en la preparación y lo cierto es que hubo cosas diferentes. No son ni mucho menos decisorias ni para bien ni para mal. Pero al menos se vio a un equipo, con sus carencias, pero un equipo, algo que a estas alturas de la pasada temporada no existía. Y lo más llamativo y al menos lo más importante hasta ahora es que el entrenador tiene un plan. Luego la Liga dirá si es el correcto y si además es efectivo.

Centrales abiertos, medio centro basculando atrás para el nacimiento de la jugada y los laterales largos. La apuesta es clara y simple: el Recre querrá el balón y el manejo. Primera premisa de Casquero. A todo eso hay que unir la presión media-alta, dependiendo del rival, del momento y de la necesidad de conquistar terrenos definitivos para inclinar la balanza o para dejarlo cerca de tus intereses. Falta mucho y faltan cosas. Pero tal cual es la situación es importante ver mensajes concretos.

Hasta aquí lo deportivo. De la otra parte sigue faltando un discurso claro y contundente. No se entiende nada de cómo es el plan para la supervivencia. No hace falta repartir octavillas. Pero si el Ayuntamiento es el que tiene que asumir deudas con Hacienda y Seguridad Social, se supone que lo hará con dinero público, luego la explicación urge por la salud del propio Ayuntamiento de Huelva. Ellos verán lo que hacen. Pero vuelvo a recordar que todo va a depender de lo deportivo. ¡Que entre la pelota! Que entre, por lo que más quiera.

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