La relación entre el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y Luis Buñuel sigue viva. Incluso 30 años después de la muerte del genial director aragonés. El realizador falleció en julio de 1983, en México, donde desarrolló la mayor parte de su filmografía. Su vínculo con el cine latinoamericano es evidente. Pero también con la propia muestra onubense, que en su segunda edición, en 1976, contó con su presencia, como maestro indiscutible internacional. Ahora, precisamente por la coincidencia del aniversario de su fallecimiento con la edición de este año, el festival de Huelva recupera su figura con un ciclo que se acercará a su etapa mexicana.

Durante la semana del Iberoamericano se programarán cinco títulos de Buñuel, en copias restauradas y cuidadosamente seleccionados para ofrecer una oportunidad irrepetible para acercarse a algunas de sus películas menos conocidas por el gran público, todas ellas de la década de los 50: Susana, carne y demonio (1951), Una mujer sin amor (1952), El bruto (1953), Robinson Crusoe (1954) y La muerte en este jardín (1956).

Una de las más destacadas de la programación es Susana, carne y demonio, producción mexicana de 1951, la cuarta del aragonés en el país e inmediatamente posterior a uno de sus grandes éxitos, Los olvidados.

Rodada en blanco y negro y protagonizada por Rosita Quintana y Fernando Soler, cuenta la historia de una chica que ha permanecido encerrada durante quince años en un reformatorio y escapa a la hacienda de una familia acomodada y religiosa, donde seducirá a todos los hombres del lugar. Buñuel, de esta forma, pone en la pantalla parte de sus obsesiones habituales, como el pecado, la hipocresía y el erotismo, en un tono llamativo para su época.

Robinson Crusoe es una de las grandes rarezas de la filmografía del director aragonés y se podrá ver en Huelva. Es una coproducción de México con Estados Unidos de 1954, rodada en el sistema Pathécolor con técnicos estadounidenses exiliados en el país centroamericano durante la caza de brujas de Hollywood. Su protagonista, el irlandés Dan O'Herlihy, encarnó al célebre náufrago en una interpretación que le valió una nominación al Óscar como mejor actor; Marlon Brando le arrebató ese año la estatuilla por La ley del silencio.

La película es una adaptación de la novela de Daniel Defoe, que el propio Buñuel, junto a Hugo Butler, se encargó de firmar. Felipe de Alba interpretó a Viernes.

En El bruto, el director contó con el protagonismo de dos de los actores más célebres e internacionales de la historia del cine mexicano: Pedro Armendáriz y Katy Jurado. Producción mexicana de 1953, en blanco y negro, que guarda algunos paralelismos con Los olvidados y que entusiasmó a Luis Buñuel por sus posibilidades expresivas, aunque no tuvo la acogida esperada.

Una mujer sin amor, también conocida como Cuando los hijos nos juzgan, es otra producción mexicana de 1952, en blanco y negro y basada en una novela de Guy de Maupassant (Pedro y Juan). De nuevo aquí se ofrece una crítica al conservadurismo de la familia.

El ciclo de Buñuel para esta edición se completa con una coproducción de México y Francia del año 1956, La muerte en este jardín, dentro del género de aventuras pero teniendo siempre presentes algunos de los temas recurrentes en sus películas. Tuvo un rodaje accidentado, en México, donde se recreó un país imaginario en frontera con Brasil, con paisajes selváticos y varios contratiempos, pero tuvo a su favor el capital francés.

El protagonismo es de una de las damas del cine galo, Simone Signoret, acompañada por Georges Marchal, y se rodó en Eastmancolor, con una factura superior a la habitual de su cine mexicano.

Con estos cinco títulos, el Iberoamericano de Huelva ofrece a un Buñuel distinto, prolongando el idilio que nació en 1976 con su visita a Huelva, que dio el espaldarazo internacional definitivo a la muestra.