El 12 de junio de 1985, en un acto solemne celebrado en el Salón de Columnas del Palacio Real, España abandonó el aislamiento internacional que padecía y se integró, junto con Portugal, en la Comunidad Económica Europea, dando lugar a una nueva era de desarrollo y prosperidad.

No obstante, ese día tan trascendental para el futuro del país, al que tanto esfuerzo costó llegar, fue empañado por los asesinos de ETA, siempre prestos a aprovechar cualquier oportunidad para destruir. Aquel día de progreso y apertura fue también el día en el que los etarras asesinaron a cuatro de las 38 personas que perdieron la vida en atentados en 1985.

En general, fue un año con más sombras que luces. Especialmente dramático en el ámbito internacional, 1985 acumuló más de 10.000 muertes en el terremoto y posterior réplica que se produjo en septiembre en el centro y el sur México. En noviembre , el volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, entró en erupción. Los flujos piroclásticos fundieron la nieve de la cima y el glaciar, provocando cuatro lahares que asolaron los pueblos cercanos, como Armero. Más de 20.000 personas perdieron la vida, y para siempre quedará en el recuerdo la agonía de Omayra Sánchez, la niña de 13 años que estuvo atrapada 70 horas por el lodo y a la que fue imposible rescatar.

Hay que añadir al recuento de este nefasto año los 40.000 muertos en un ciclón en Bangladesh y las tragedias de los estadios de fútbol de Heysel y Bradford, con 39 y 56 fallecidos, respectivamente.

En España, el vuelo 610 de Iberia chocó con una antena de Euskal Telebista en el monte Oíz, provocando 148 muertos. Además, se produjo el que está considerado como el primer atentado islamista contra españoles: en abril, una potente bomba mató a 18 personas y dejó gravemente heridas a otras 82 en  El Descanso, un establecimiento muy frecuentado por militares norteamericanos de la base de Torrejón de Ardoz. Se atribuye a la Yihad Islámica.