iñaki gabilondo. 'cuando yo no esté'

"Estamos viviendo los cinco primeros minutos de algo nuevo"

  • El periodista vasco ha iniciado la nueva temporada de su programa de #0 donde repasa avances de la humanidad en todos los ámbitos

  • Duda de la reacción para los cambios sociales

Iñaki Gabilondo en el acto de la entrega de la medalla de oro de la Academia de la Radio hace tres años.

Iñaki Gabilondo en el acto de la entrega de la medalla de oro de la Academia de la Radio hace tres años. / efe

Para los espectadores más jóvenes, que no le escucharon en la radio matinal, han descubierto a un Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) que analiza la actualidad todos los días en las redes y que en #0 se adentra en el futuro inmediato con la reflexión sobre los avances técnicos y sociales en Cuando ya no esté. El programa regresaba este jueves con la primera de las seis entregas. Visitó la sede de Google en Virginia para encontrarse con Vinton Cerf, vicepresidente de la compañía y considerado como el padre de Internet. Indagaron hasta dónde nos llevará esta interconexión global. Cuando ya no esté está producido por Movistar+ en colaboración con La Caña Brothers.

Viajamos hacia el futuro, pero el futuro no llega un día concreto. Cualquier vaticinio está condenado a fracasar"

-En Cuando yo no esté sigue rastreando lo que nos depara en el futuro ¿Se asombra sobre lo que deparará a las siguientes generaciones?

-Más que asombrado sigo manteniendo la curiosidad. Lo que me cuentan no me lo tomo como un dogma de fe. No hablamos de profecías, sino de caminos, de pistas, que se van abriendo sobre el futuro.

-Con un título tan lacónico para su programa ¿siente envidia de quienes se quedarán cuando usted ya no esté?

-Sería sólo la envidia de estar vivo. Respecto al mundo que viene los entrevistados y yo lo que tenemos es la incertidumbre de si la humanidad sabrá resolver todos los retos y problemas que tiene por delante. Avanzamos en todos los temas técnicos pero el ser humano avanza poco en resolver los problemas de relación, políticos, en la organización de la vida, las desigualdades, las injusticias.

-Los que dirigen la humanindad se empeñan en enquistar los problemas...

-No me quiero poner catastrofista, pero ahora mismo está deshilachada la armonía que tenía Europa con Estados Unidos, la armonía de Europa consigo misma. Hace unos años parecía que Europa y España mostraban una realidad más maciza y todo parece cogido con alfileres y estamos sobre varios polvorines. Se está avanzando de manera excepcional en muchos ámbitos, se está transformando nuestra vida, pero hay muchos asuntos políticos por solucionar.

-¿Todos los avances que ya vivimos son tan beneficiosos como parecen (o no), tal como estamos viendo en la falta de privacidad en internet?

-No lo sé, estamos viviendo los cinco primeros minutos de algo nuevo, de un nuevo mundo. El reventón de la globalización y de las nuevas tecnologías ha sido un pestañeo. No se trata de qué va a ocurrir sino de qué vamos hacer con todo ésto que nos llega. Con un cuchillo partes un pan para compartirlo o puedes clavárselo a alguien. Internet es una formidable herramienta pero nadie sabe hasta dónde nos llevará.

-¿Los avances médicos nos llevarán a la inmortalidad?

-Se avanza mucho en este aspeto, pero yo no querría la inmortalidad, es necesario dejar nuestro sitio. Éso sería inverosímil y discutible. Nos anuncian que se retrasará el envejecimiento, que se retrasarán las enfermedades.

-Pero sí hemos alcanzado una calidad de vida impensable hace varias generaciones.

-Eso de cualquier tiempo pasado fue mejor es una gran tontería. Ni a escala personal, ni mundial. Nunca había alcanzado la democracia estar tan presente en tantos países, eso es evidente; pero eso no nos impide ser severos y ver nuestro mundo con espíritu crítico.

-¿Se imaginaba en el pasado el futuro que estamos viviendo hoy?

-Nunca uno se puede imaginar el futuro. Los vaticinios suelen equivocarse. El pasado está lleno de futuros que no se cumplieron. En mi propia vida hace años se veía imposible la fecundación in vitro o el matrimonio homosexual. Los cambios se producen sin que nos demos cuenta. Nadie se acuerda cuándo utilizó un código de barras o cuándo empezó a llevar un móvil, y son cosas que forman parte de nuestra vidas y llegan sin darnos cuenta. Viajamos hacia el futuro, pero el futuro no llega un día concreto. Cualquier vaticinio está condenado a fracasar. Lo que está claro es que hay tantas novedades que se están cociendo, de tal capacidad, que va a obligar a la sociedad a revisar toda su arquitectura jurídica y ética. Tendremos que reestudiar jurídicamente la nueva realidad porque no vamos a saber responderla, como la manipulación genética. No sé qué vamos a hacer con todas las posibilidades que brinda la ciencia.

-¿Qué supuestos ha vislumbrado en su serie para esa revisión jurídica?

-En el Gregorio Marañón un médico que trabaja con órganos reproducidos en 3D nos expuso que hay un vacío legal sobre todas estas prácticas...

-¿En el futuro de este presente dudábamos si ETA seguiría existiendo a estas alturas?

-Sobre ETA pasamos página hace tiempo. Ellos perdieron clamorosamente y han querido escenificar ahora una especie de armisticio. ETA ha estado en mi vida, en la de mi generación. Fue una vergüenza y parecía que con ellos estábamos condenados a cadena perpetua. De algo así siempre se sale de manera insatisfactoria porque la justicia plena nunca triunfa. No puedes acabar con las últimas responsibilidades. Eso no sucedió ni con los nazis en Nuremberg.

-Por experiencia, todos le preguntan por Cataluña...

-Con Cataluña soy pesimista. El pensamiento del independentismo se ha ido al rincón más radical. Y mientras tanto en España crece Ciudadanos con un discurso radical español. Vamos a una colisión Torra-Rivera y los partidos intermedios tienen falta de claridad.

-La transición la vivió usted en Radio Sevilla. Aquellos años son un ejemplo que no estamos aprovechando. Más bien, al contrario.

-En cada momento sólo vive un presente. Cuando estaba en Radio Sevilla no teníamos comparaciones. Aquello era difícilismo. La política española tiene un lío que no sabe cómo resolver. En perspectiva, en la transición habia una especie de acuerdo compartido, un objetivo común que había que sacar adelante: crear la democracia.

-En este caso sí que habría que añorar un pasado mejor.

-Añoro ese objetivo común de la sociedad y los políticos. En aquellos años había palos, terrorismo, discrepancias graves. Pero había un proyecto común y eso parece un lujo asiático comparado con lo que estamos viviendo.

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