Que La 2 no pasa por su mejor momento es algo evidente. Su crisis, como las de cualquier gran institución del Estado, como podrían ser la Filmoteca Nacional o el Museo del Prado, deberían llegar a los medios de comunicación nacionales, y en esa caja de resonancia ser debatidas por el quién es quién de la cultura de este país.

Los programas culturales han sido erradicados de la franja de tarde de lunes a jueves. El contenedor Culturas 2, delicatesen y actual buque insignia del área de Cultura de TVE se ha reubicado a mediodía. A la misma hora va Un país para leerlo (dedicado este viernes a la localidad de Carmona) y Página 2. Los responsables de la Corporación animan a los espectadores fieles a estos programas a que los sigan por RTVE Play en caso de que no los pueden ver a través de la televisión lineal.

El hecho en mi caso de haber defendido una tesis sobre la crítica televisiva en la prensa española, y de haber publicado un libro conmemorativo cuando La 2 celebró su 50 aniversario en 2016 me da cierta autoridad moral para hablar públicamente acerca de esta cuestión. Lo primero que me extraña es la ausencia de debate que esta anomalía ha producido en la prensa nacional. Ni los críticos televisivos en ejercicio ni los firmantes de las columnas de Opinión de los diarios de Madrid y Barcelona les ha parecido relevante que a la hora en que La 2 emitía Página 2 y Culturas 2 en la actualidad despache a pares episodios de la serie Se ha escrito un crimen. Es esa indiferencia, ese encogimiento de hombros, el que podría provocar que llegue el día en que alguien sin escrúpulos y con mando en la casa pueda cerrar la cadena. A pocos parecería importar.

De ahí que nos alegrásemos tanto que una espectadora se quejase en el programa de la Defensora de la Audiencia, RTVE responde, argumentando que no era tolerable que una cadena que siempre había estado connotada por su compromiso con la cultura realizase estos movimientos.

Los fieles a La 2 debemos pasar a la acción, y los intelectuales de este país ya están tardando en defenderla con uñas y dientes.