En la capilla de Jesús del calvario se vivió ayer un Lunes santo especialmente tranquilo, sólo con la inicial inquietud del tiempo, aunque sabiendo que las predicciones hablaban de mejoría hacia la noche.

Pero, sobre todo, se pudieron evitar los sobresaltos del pasado año por cuestiones de horarias. En la mañana visita del obispo, José Vilaplana, que se quedó sorprendido con la cruz de la Rábida y del exhorno floral del paso de palio. Momentos también de hermandad tras la misa que ofició el sacerdote Tomás García, que dio paso a la primera levantá. En el Señor, Juan María Sanjuan Segura y en el palio, Eduardo Vázquez-Limón Fernández.

Con la última luz de la tarde y el sonido de las golondrinas y vencejos salía la imagen del Señor del Calvario, que llevaba corona de espinas y abrazando la cruz. Este año en un entorno desprovisto de casas por el derribo del antiguo mercado del Carmen y de las casas aledañas, con ello se ofrecía la oportunidad de ver una imagen inédita como es una perspectiva amplia y frontal del templo.

Nada más salir el paso del Señor y quedar enfilado en la calle de su nombre se vislumbraba el paso de palio que quedaba en el centro de la nave del templo con toda la candelería iluminada. Esa oscuridad que le envuelve a la salida y que le confiere una belleza especial con su silencio, se volvió luz en otras calles como la de Jesús Nazareno a la que accedía de nuevo por la calle Carmen hasta el pasado año en obras, antes de entrar en la carrera oficial, y se pudo ver los nuevos bordados del paso de palio, obra de Francisco Carreras Iglesias, que es también el vestidor de la Virgen de Rocío y Esperanza.

De aquí a carrera oficial y si el pasado año fue la única en no pasar por ella este año ha sido la única en hacerlo en el Lunes Santo, realizando estación de penitencia en la parroquia de la Inmaculada Concepción. Un Lunes Santo también distinto, pero más tranquilo, al menos para Calvario.