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El homenaje del 'cruyffismo'

  • Los de Setién se apuntan a ese fútbol espectáculo que tan de moda puso el mítico entrenador holandés y que también acoge la Real de Eusebio

El realista Diego Llorente derriba a Sergio León, en una acción que le puso costar la roja.

El realista Diego Llorente derriba a Sergio León, en una acción que le puso costar la roja. / javier etxezarreta / efe

Apuntó Quique Setién tras el emocionante partido en Anoeta que hubiera disfrutado más sin ser entrenador de uno de los equipos implicados en la contienda. Quizá el técnico cántabro reivindicó así esa manera de entender el juego en la que la estética del estilo posee una relevancia casi idéntica al pragmatismo de los puntos. El espectador neutral seguro que se apunta a más encuentros como el de Anoeta, ése que dejó un tobogán de sensaciones para los hinchas béticos y realistas durante los 95 minutos.

Tanto Setién como Eusebio Sacristán han bebido de la influencia de Johan Cruyff, ese mito del fútbol que primero se ocupó de dejar su impronta como jugador y años más tarde acudió al Barcelona a crear escuela con aquel inolvidable Dream Team. Eusebio, que militó en aquel fantástico equipo, vivió en primera persona las enseñanzas del maestro. Casi un 80% de los jugadores que dirigió Cruyff en el Barça han continuado su vida deportiva como entrenadores y, casi todo, con ese fútbol que prima la posesión y que apuesta por lo ofensivo aunque eso implique desajustes como los que aparecieron en el duelo entre el Betis y la Real.

¿Qué sensación dejó el empate en los aficionados de ambos equipos? La respuesta a esa cuestión queda en el aire, al criterio de cada aficionado, pero seguro que los hinchas de ambos equipos acuden al estadio y se marchan a su casa sabiendo la identidad y la propuesta que defiende su equipo. El orgullo de conseguir una idea propia se multiplica cuando el resultado acompaña, y si la propuesta es bella para el espectador, muchísimo mejor.

Quizá tanto Eusebio como Setién echaron en falta energías extras en sus futbolistas, aunque también eso forma parte del juego y favoreció esa creación de espacios para desarrollar la idea. La Real, con el desgaste mental de una mala racha de derrotas y el físico de un largo viaje de vuelta desde Rusia, le puso corazón para igualar por tres veces el marcador; el Betis lamentó la lesión de Javi García y, con una plantilla corta de efectivos, acabó con Francis y Narváez sobre el césped, dos jóvenes que hace apenas unos meses se desenvolvían en la Tercera División.

Fue un duelo con jóvenes dispuestos a reivindicarse y veteranos destilando elegancia

Los veteranos como Joaquín y Xabi Prieto, esos dos estandartes además de capitanes de Betis y Real Sociedad, ya se habían marchado a la caseta tras agotar sus reservas. Era la hora de piernas con menos kilómetros acumulados, como las de Odriozola, incansable en su percutir por la banda derecha, o las de Diego Llorente, con fuerzas para elevarse dentro del área; o las de Fabián, figura emergente de este Betis, o las de Sergio León, que ha regresado a Heliópolis dispuesto a comerse el mundo.

Ninguno de los contendientes se conformó ni tampoco supo templar los ánimos cuando la situación los favorecía. Fue un partido de ida y vuelta, de dos equipos queriendo convertirse en protagonistas desde la posesión del balón, de jugadores jóvenes dispuestos a reivindicar un lugar en la élite y de veteranos que siguen destilando clase.

Setién, ese jugador al que observar al Barcelona de Cruyff le cambió su visión del fútbol, disfrutó desde la banda de ese Betis que empezó a ahormar este verano; Eusebio, quizá por esa racha negativa que acumula su Real, sufrió más que su homólogo verdiblanco, pero también se marchó con la satisfacción de comprobar que su equipo continúa siendo reconocible.

Fue el homenaje de ambos al cruyffismo, esa manera de entender el juego que revolucionó la Liga hace tres décadas y que mantiene adeptos en los banquillos. Y también entre los espectadores.

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