Provincia

Las cinco cruces inundan de color y devoción las calles en su procesión

  • En la plaza de España se volvió a producir el ritual de las 'cabezadas'

Rociana volvió a deslumbrar con el estallido de color y devoción que impregna sus cruces de mayo. De nuevo el magnánimo espectáculo plástico que compone la amalgama de maderos en las calles y las miles de mujeres ataviadas con sus trajes de faralaes brilló con luz propia en una cita que bien podría denominarse como el culmen festivo del pueblo.

Una afirmación que se sustenta por sí sola cuando literalmente todos los ciudadanos salen a las calles para presenciar una procesión con profundas raíces paganas, si bien cuyo centro de fervor gira en torno al símbolo cristiano por antonomasia.

A las siete de la mañana la diana de la Cruz de Arriba despertó de su letargo a la población. La música de la Agrupación Musical Cristo de la Buena Muerte de Ayamonte, entidad que este año recibía el título de Hermano Honorífico de la Cruz -en reconocimiento por su participación en las fiestas en la que colabora desde hace dos décadas-, fue la encargada de proclamar el cariz especial de la jornada dominical a la que se sumaron cerca de un millar de personas.

Ya a medio día se desarrolló la Función Principal de iglesia en la parroquia San Bartolomé Apóstol, donde en la noche del pasado sábado pernoctaron las cruces tras ser trasladadas desde sus respectivas capillas. Una vez el párroco Antonio Cepeda dio por culminada la eucaristía, los vivas no dejaron de resonar en el templo cristiano en un estallido popular con la que se da por iniciada la procesión.

Siguiendo el orden de antigüedad, salvedad protagonizada por la Cruz de la Calle La Fuente, se inició el desfile con la Calle Las Huertas, Orozco y Candao, tres modelos de maderos antagónicos en su diseño, pletóricamente aderezados con una exquisita decoración floral que ensalzan los pasos y muestran el fragor primaveral de donde beben sus raíces esta fiesta. Dichos pasos se encontraban acompañados por la música y el tamboril, tras cuya estela le sucedían los maderos de Arriba y la Calle La Fuente, cuyo 'pique' entre ambas alimenta y pone salsa a la fiesta. La primera de ellas tenía por acompañamiento la Escuela de Tamborileros de Moguer, mientras que cerrando su cortejo la ya subrayada Agrupación Musical de Ayamonte. Por su parte, en la segunda las partituras corrían a cargo de la Agrupación Musical Santa Cruz de Huelva.

Para entender la magnitud del deleite visual que ayer recorrió Rociana baste citar que transcurrió una hora desde que primera cruz asomó su paso desde la puerta parroquial hasta que lo hizo la última.

Con la caída de la noche el ritual volvió a repetirse. Tras el receso de la tarde, el desfile retornó a las principales calles del pueblo con los mismos protagonistas pero con estampas diferentes.

Las mujeres cambiaron su vestuario por trajes de flamenca con un corte más de noche, mientras que para la ocasión rocianeros y visitantes pudieron disfrutar de un mano a mano entre dos de las bandas de música de más prestigio de la provincia Huelva, como son: la Agrupación Musical Santísimo Cristo del Amor, más conocida como de la Hermandad de la Sagrada Cena, y el Nazareno de Huelva, las cuales acompañaron a los maderos de Arriba y La Fuente respectivamente. Un 'duelo' que hizo el deleite de los presentes así como el de unas Hermandades que rivalizan y conforman el alma que contribuye a inundar de reclamos la fiesta.

Con estos sabores presidiendo la procesión los cinco maderos coronaron la explanada de la plaza de España y en ella se desarrollaron las 'cabezadas', un ritual de confraternización con el que finalizó la procesión conjunta. Tras ello, las cruces volvieron a sus capillas donde duermen todo el año y que en estos días permanecen expuestas.

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