Cortegana

Marín sostiene que la Subdelegación pudo evitar los sucesos de Las Eritas

  • El alcalde corteganés dice que en los tres años del proceso se ha sentido como un "cabeza de turco" y que la acusación ha sido en todo momento injusta

El alcalde de Cortegana, Antonio Marín, absuelto de los altercados que se registraron en enero de 2005 contra la comunidad gitana de Las Eritas ha responsabilizado a la Subdelegación del Gobierno en Huelva de los incidentes por ser competencia de este organismo garantizar la seguridad ciudadana, como consta en la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal número 2 de Huelva.

Marín aseguró haberse sentido un "cabeza de turco" durante los tres años que ha durado el proceso, desde que se produjeron los ataques tras la manifestación convocada, y dijo que el fallo deja clara su inocencia no es por falta de pruebas, sino porque reconoce que actuó como debía en todo momento.

Según el alcalde el texto pone de manifiesto que su actuación fue la correcta como queda patente en el apartado de los hechos probados y que en los actos vandálicos tuvieron mucha responsabilidad los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, en este caso, la Guardia Civil y la Subdelegación del Gobierno.

En rueda de prensa Marín indicó que la Administración ha intentado eludir su responsabilidad y culpar de los hechos al alcalde y a un grupo de ciudadanos cuando si sospechaba que se podrían producir estos altercados podía haber suspendido la manifestación o cambiarla, pero sin embargo la autorizó y desplegó un dispositivo policial, incluso la Guardia Civil se encargó de regular el tráfico para que los manifestantes pudiera dirigirse hasta el barrio de Las Eritas donde se registraron los ataques.

Marín recordó que el Ayuntamiento en junio de 2004 solicitó, tras celebrarse una junta local de seguridad, mayor presencia policial en el municipio por el clima de inseguridad creado, una petición que fue desatendida sistemática por la Subdelegación.

El edil apuntó que la propia sentencia declara que él "no era responsable de que otros actuaran como lo hicieron ni estaba obligado a actuar de una forma a la que lo hizo para evitarlo, cuando los responsables del orden y seguridad por designación de la autoridad competente, la Subdelegación del Gobierno, eran las fuerzas de la Guardia Civil y nunca la Policía Local dependiente del Ayuntamiento".

El fallo también desestima que Marín pudiera haber cometido el delito del que se le acusaba por omisión, dada su inactividad para evitar los hechos por cuanto que "cumplió con lo previsto en la convocatoria, abandonó el cortejo donde debía, se colocó donde debía, dejó clara, inequívocamente clara, su indicación a los manifestantes que llegaban al punto donde estaba". Añade el fallo que "evitar o impedir que muchos de los pasaron a su altura optaran por continuar tras los que les precedían, en lugar de desmarcarse, es algo que excede de los exigible al alcalde y a cualquier convocante"

Así las cosas, Marín lamentó que él y el pueblo de Cortegana hayan sido injustamente tratados durante estos tres años, en que han sido incluso acusados de racismo y xenofobia porque se pretendió que la localidad fuese un "chivo expiatorio de un mal que ataca a la sociedad, cuando es un ejemplo de convivencia de diferentes etnias".

Sobre el presunto delito de racismo, Marín explicó que ya la acusación particular retiró durante el juicio el cargo y lo dejó sólo en manifestación ilegal, que "también ha quedado demostrado que no lo era".

"Se ha llegado a decir que íbamos a ser un hito en la historia del derecho porque por fin se iba a culpar a alguien de un delito que está en el código penal, como es la xenofobia. Se ha querido culpabilizar y hacer de nosotros un escarmiento, pero finalmente ha quedado demostrado que las acusaciones eran injustas", enfatizó Antonio Marín.

Para el alcalde corteganés, lo sucedido en la manifestación de Las Eritas es un hecho lamentable que hay que analizar para evitar que se repita, pero no se puede clasificar como racismo o provocación a la discriminación, prejuzgando y humillando así a un pueblo que lleva décadas de convivencia.

En este sentido, explicó que temió que con la celebración del juicio pudiesen rememorarse los episodios de antaño pero que ha ocurrido todo lo contrario, ya que ha visto como "acusadores y acusados se invitaban a café mientras duraba la vista oral". Marín insistió que a los pocos días de producirse los sucesos la población volvió a la normalidad que la ha caracterizado salvo este episodio aislado.

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