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Las 50 nacras del Ifapa Agua del Pino evolucionan favorablemente

  • Los investigadores buscan mantener con vida los ejemplares de 'mejillón gigante' que alojaron en el centro

Un grupo de operarios junto al depósito en el que se encuentran las nacras.

Un grupo de operarios junto al depósito en el que se encuentran las nacras. / landero

Después de un mes, las cincuenta nacras (Pinna nobilis) que fueron alojadas el pasado 14 de diciembre en el Centro Ifapa Agua del Pino de El Rompido, no solo han logrado "sobrevivir", sino que "evolucionan favorablemente". Así lo ha señalado la directora del centro de investigación onubense, María Luisa Cordero, durante una visita que realizaron a las instalaciones los miembros del Grupo del PSOE-A en el Parlamento de Andalucía.

Estos cincuenta ejemplares de nacra llegaron al centro cartayero con el objeto de preservarlos del protozoo Haplosporidium, un parásito que está afectando las colonias de este molusco bivalvo de gran tamaño, que habita en las praderas de posidonia del Mediterráneo, de las que es endémico, lo cual está ocasionando una mortalidad masiva hasta el punto de estar actualmente incluido en el catálogo de especies en peligro de extinción y en situación crítica.

Las nacras alojadas en Cartaya son parte de una población que procede de la costa catalana

"Lo único que estamos haciendo por el momento es intentar mantenerlas con vida -añadió Cordero- y tratar de que se aclimaten a este ambiente y que se alimenten bien". Por otra parte, señaló la directora del centro, también "estamos tratando de constatar que realmente no están afectadas por el protozoo", aspecto este último sobre el que "aún no podemos concluir nada".

De cara al futuro, señaló Cordero, se contempla la posibilidad de estudiar su posible reproducción en cautividad o de realizar otro tipo de experimentos centrados, entre otras cuestiones, en su etapa larvaria, "encaminados a la conservación y preservación de la especie".

"Pero ahora mismo -concluyó- lo más importante es que sobrevivan para poder contar con un verdadero reservorio genético de la especie encaminado a su preservación".

La nacra o mejillón gigante, como se conoce vulgarmente a esta especie por su forma, color y tamaño, es según precisó Cordero una especie "muy interesante" porque habita en las praderas de posidonia del Mediterráneo, y porque en torno a la misma "se genera un ecosistema o microcosmos propio y único debido a las especies tanto animales como vegetales que habitan en su concha".

Los cincuenta ejemplares alojados en el Centro Ifapa forman parte de una pequeña población procedente de la costa catalana, que según María Luisa Cordero "parece ser que no está aún afectada por el protozoo Haplosporidium, y que se ha repartido entre cinco centros de toda la geografía española, entre ellos el nuestro".

En total son 215 individuos, que los responsables de la iniciativa lograron rescatar aparentemente sanos del medio natural en el Cabo de Creus (Girona), y que han sido repartidos entre otros cuatro centros de investigación de toda la costa mediterránea: Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina (Imedmar) de la Universidad Católica de Valencia, Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (Irta) de la Generalitat de Catalunya, centro del Instituto Oceanográfico Español en Murcia y L'Oceanogràfic de Valencia.

El proyecto es promovido por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) y liderado por el Imedmar de Valencia, y su principal objetivo es disponer de un reservorio genético de nacra que garantice su preservación.

Así, para evitar su total extinción ante la rápida expansión del protozoo que afecta su sistema digestivo y que se está extendiendo rápidamente por toda la costa española, ha sido necesario rescatar estos ejemplares, para distribuirlos entre estos cinco centros de investigación. En ellos se está trabajando en primer lugar por mantenerlos vivos en cautividad, para buscar después la forma más eficaz de vencer al parásito que la extermina.

La participación en este proyecto supone para el centro onubense un "reto muy importante", según prosiguió, así como un "salto cualitativo de bastante relevancia" en lo que se refiere a su actividad habitual, al sumarse por primera vez en sus más de treinta años de historia a un proyecto con un fin estrictamente medioambiental.

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