Cultura

Una transformación sevillana

  • Un estudio de la profesora Rocío Fernández Berrocal publicado por la Universidad Hispalense analiza la gran influencia que la ciudad ejerció en Juan Ramón Jiménez

La profesora Rocío Fernández Berrocal, que dedicó su tesis doctoral a las relaciones del Nobel onubense Juan Ramón Jiménez con la ciudad de Sevilla, afirma en un estudio sobre este asunto que el poeta nació a la literatura en la ciudad hispalense.

"Nació en Moguer a la vida, pero lo hizo a la literatura en Sevilla y, desde entonces, la capital andaluza fue paradigma de lugar perfecto para el arte, la lectura, el amor y la poesía" y "Sevilla despertó y potenció el talento innato de Juan Ramón Jiménez", afirma la profesora en su recién publicado Juan Ramón Jiménez y Sevilla (Universidad de Sevilla).

En este estudio de casi seiscientas páginas, Fernández Berrocal asegura que el poeta halló en Sevilla "un horizonte insospechado de posibilidades artísticas: abandonó pronto la pintura para dedicarse de lleno a lo que fue para él todo un descubrimiento en Sevilla, la literatura".

La estudiosa señala igualmente que "sintió el júbilo de la creación por primera vez en Sevilla y que en esta ciudad fue "donde empezó a intuir y a valorar sus posibilidades como escritor, donde recibió las primeras orientaciones que fijaron las bases de su ideario poético y personal y donde recibió los primeros elogios como escritor".

"Sevilla satisface el alma del poeta, la enriquece y sacia ese ansia suya de buscar la belleza y la verdad, la armonía y el equilibrio", añade Fernández Berrocal, quien refuerza sus conclusiones con citas de otros estudiosos, como Richard Cardwell, quien señaló que el poeta tuvo en Sevilla "experiencias más refinadas".

También cita a coetáneos del poeta, como Francisco Garfías, quien habló de la "permanente sevillanidad" del moguereño, de quien llegó a escribir: "Se sintió siempre, en cualquier parte del mundo, andaluz completo con fondo de Sevilla."

Y el estudio también remite al propio Juan Ramón, de quien repasa a lo largo de la obra todas sus referencias escritas a la capital andaluza, como la que hace en el texto De Boston a Nueva York, de su Diario, cuando despierta y, entre sueños, se pregunta ilusionado: "¿Sevilla? ¿Triana?" para, decepcionado, contestarse: "¡Ah, no!"

Sevilla fue importante en su formación ideológica, personal y literaria, porque fue en esta ciudad "donde empezó su formación intelectual de forma libre y gustosa tras la rigidez del colegio de El Puerto de Santa María".

Igualmente, fue en esta ciudad donde "comenzó a leer y a escribir y donde recibió los influjos de Bécquer y de la poesía popular, de cuya corriente nacerían sus primeros romances, que van a señalar un nuevo rumbo en la poesía española".

A Sevilla llegó el joven Juan Ramón Jiménez para estudiar Derecho y Pintura pero en seguida "se dedicó de lleno a la literatura" porque en esta ciudad "descubrió su verdadera vocación" y es en este escenario "donde su poesía adquiere consistencia, calidad y reconocimiento y donde él empieza a reafirmarse como escritor y a sentirse seguro de su nueva andadura que redefiniría su código ético y estético".

En su adolescencia se alojó en pensiones del centro de la ciudad, si bien su preferido era el Hotel Inglaterra, donde, en una carta dirigida a su madre contaba que lo despertaban los pájaros y un cochero lo paseaba por la ciudad. Asimismo el poeta recibió clases de pintura en el Ateneo de Sevilla, en cuya sección de Bellas Artes figuraban como maestros Gonzalo Bilbao y Jiménez Aranda.

En la ciudad tuvo como profesores a escritores sevillanos como Luis Montoto, Lamarque de Novoa y Velilla y quedó influido por nuevas tendencias, como la corriente krausista que, según la profesora "lo llevará a considerar la experiencia estética como culminación del perfeccionamiento humano".

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