Cultura

El terror que no cesa

Multicines la Dehesa Islantilla, Cinebox Aqualon Puerto Huelva, Cine Vip Lepe y Al Andalus Punta Umbría.- T.O.: 'Insidious'.- Producción: Estados Unidos, 2010.- Duración: 132 minutos.- Dirección: James Wan.- Guión: Leigh Whannell y James Wan.- Fotografía: David M. Brewer y John R. Leonetti.- Música: Joseph Bishara.- Montaje: Kirk M. Morri y James Wan.- Intérpretes: Patrick Wilson, Rose Byrne, Barbara Hershey, Lyn Shaye, Angus Sampson, Ty Simpkins, Andrew Astor

Se ha dicho, se ha escrito, que James Wan, es uno de los directores de cine de género más libres, osados y un tanto iconoclastas, creo yo, más que nada por los excesos que ha aportado a la cinematografía terrorífica de acusados tonos del gore más psicopático. La estela de Saw, que ya va por su séptima entrega es interminable como se ve. Si no es en su propia truculenta saga, es en otros aspectos de ese mismo terror con mimetismos tan evidentes como Poltergeist (1982), en el fondo un referente venido a menos, o adiciones tan notables como las que nos recuerdan Darkness (2002), El laberinto del fauno (2006) o El orfanato (2007), curiosamente todas españolas.

Los protagonistas de Insidious son Josh y Renai quienes con sus tres pequeños hijos se han trasladado a un nuevo hogar. Son una familia feliz. Pero pronto advertirán que su nueva mansión alberga un mal que pronto se hará sentir. Uno de los hijos sufre un terrible accidente y queda sumido en un coma. Pero esto no será lo peor con ser de por sí extremadamente grave para ellos, sino la pesadilla que padecerán después porque sufrirán experiencia que la ciencia no puede explicar. A partir de ahí todo se convierte en una tragedia: sobresaltos, sustos, apariciones, alucinaciones y supuestos "proyectos astrales".

Salvando alguna de las versiones de Saw, iniciada en 2004, sus supuestos incisos representados por Silencio desde el mal y Sentencia de muerte, ambas producidas en 2007, parecían ciertos delirios provocados por el éxito de la saga que le ha dado fama, sin aportar nada nuevo. No puede evitar una vez más su frágil tendencia al freak parapsicológico. James Wan, director, y Leigh Whannell, guionista, una vez más unidos aquí, sufrieron un fuerte varapalo crítico con su película Silencio desde el mal, sobre la que, en cierto modo, parecen volver y salvo su influencia una vez más del terror de los años ochenta, no va más allá de tratar de contentar a la amplia clientela adicta al terror sin expectativas más ambiciosas.

Con todo el resultado fílmico nos acerca acentuadamente a una actualización de la prescindible y ya mencionada Poltergeist. En suma toda una angustiosa pesadilla como consecuencia de un verdadero atracón de películas terroríficas de toda índole. Para colmo se toman el relato demasiado en serio y no dejan ni un ápice para ciertos rasgos de sarcasmo que al final merece la historia. Y no olvidemos la serie de lugares comunes que los artífices del invento utilizan sin ningún pudor. Y es que a veces se cae en el kitsch del espanto sin que el verdadero pánico llegue a producirse. Y eso a mí me parece una estafa.

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