Cultura

La nueva comedia americana

En primer lugar he de decir que cuando uno habla del cine americano, por lo generalizado de la expresión, se suele referir al cine que se hace en Estados Unidos, lo cual no siempre se especifica, y me consta molesta mucho a los habitantes del gran continente del otro lado del Océano Atlántico y muy particularmente a sus cineastas. Pero para entendernos todos nos vemos obligados a expresarlo así e incluso titularlo de tal guisa, mal que me pese.

En estos días diversas películas norteamericanas han incidido en el género de la comedia, que bajo la genérica y socorrida denominación de románticas, han adquirido características muy particulares que las engloban en ese concepto que ilustra nuestro comentario de hoy. La denominación no es nueva porque tiene raíces ya pretéritas pero que al recobrar actualidad ha adquirido ciertas dimensiones muy peculiares. Particularmente dos films, a los que hoy quiero referirme especialmente, se acogen a esa designación. Son éstos Te quiero tío, de John Hamburg y ¿Hacemos una porno?, de Kevin Smith. Ambos salieron ya de cartel pero cabe insistir en ellos porque mucho me temo, y no lo digo despectivamente, que ese estilo lo tengamos nuevamente en nuestras pantallas.

Hay quien opina que estas películas tienen éxito entre el público - no parece que sea así entre nuestros espectadores onubenses, puesto que ambas producciones han durado muy poco en la cartelera - y hasta han obtenido cierto beneplácito de la crítica. No hay que fiarse porque muchas veces las imposiciones de la programación, con títulos importantes que vienen empujando, obligan a estas deserciones. Ciertas razones puede haberlas para ese éxito, pero no tantas para que puedan encandilarnos con una presunta renovación de la comedia "made in Hollywood" y pase como con otras modalidades que luego se quedaron en agua de borrajas.

Por supuesto no estamos ante la comedia modélica de Billy Wilder, Ernst Lubitsch, Frank Capra, Howard Hawks o Preston Sturges y las distancias con los films que vemos ahora es astronómica. Pero no hagamos comparaciones. Te quiero, tío, una comedia sobre los hábitos masculinos y su manera de entender la amistad, nos depara una actitud por parte de su director, John Hamburg, distinta a la que ha caracterizado las tópicas historias de siempre para buscar unos personajes que se salen del modelo marcado. Sin alcanzar la categoría de clásico, supera el humor que se nos ha venido vendiendo últimamente. No entusiasma pero resulta mucho más agradable que el denominador común del género en los últimos tiempos, salvo muy raras excepciones.

¿Hacemos una porno?, de un director de culto en este nuevo tipo de comedia, Kevin Smith, autor de un film de cierto humor críptico como fue Dogma (1999) y una más estimulante y enloquecida Clerks (1994), con la que le conocimos, tras unos años de cierto decaimiento, parece tomar nuevo impulso con una especie de ejercicio ambiguo entre la comedia romántica - que es el fondo del asunto -, la provocación y la descarada irreverencia. Esta historia de dos amigos que comparten pisos y penalidades y deciden hacer una película pornográfica para salir de la crisis, posee los rasgos más genuinos del Kevin Smith más brillante, con unos diálogos que son lo mejor de la película y en los que se aprecia el talento de este realizador, además de alguna que otra secuencia realmente acertada y divertida, dentro de su peculiar tono procaz y desmadrado.

No obstante no remata la faena, diríamos en términos taurinos, porque el valor del material que ha manejado, que en otro tiempo le habría valido para redondear una película rompedora y desenfadada, parece que se le ha ido un tanto de las manos. Sus personajes siguen fieles a sus conceptos personales. Son adultos inmaduros, que se niegan a crecer -el ancestral complejo de Peter Pan-, perdedores, tiernos, conmovedores, patéticos y resignados ante la pérdida de coraje. En el fondo ingeniosa a veces y con muchos pasajes tan divertidos como desvergonzados. La nueva comedia americana.

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