De libros

El festín de Conget

  • 'Una cita con Borges’ es un exquisito regalo para gourmets que gustan de saborear la mano del escritor

El escritor José María Conget (Zaragoza, 1948), posa para una entrevista en Sevilla, donde lleva afincado hace años.

El escritor José María Conget (Zaragoza, 1948), posa para una entrevista en Sevilla, donde lleva afincado hace años. / Antonio Pizarro

Ha sido la del 23 una buena cosecha para los lectores de José María Conget. En marzo apareció en la exquisita editorial Pre-textos la colección de relatos La verdad sobre el amor, un conjunto de historias, tan divertidas como perturbadoras, que escudriñan en los altos y en los bajos fondos de los amoríos: de los románticos, de los carnales y de los medio pensionistas, que suelen ser estos últimos los más corrientes.

Es la de José María Conget una literatura concebida para gourmets, con todo lo que eso pueda conllevar de bueno y de malo; en gastronomía, y en literatura, el común se traga todo lo que le echen si se lo adoban bien, si astutamente se lo enmascaran con oropeles y neones, casos más frecuentes de lo deseado. Sus páginas están tomadas por texturas, sabores, olores… por dosis variables de erudición, reflexión, humor… hecho que no deja de tener también cierta dosis de exigencia, algo tan mal visto en estos tiempos de educación líquida.

Su último libro, Una cita con Borges, que salió en la no menos exquisita editorial sevillana Renacimiento en plena canícula, en agosto, podría ser muy bien eso que ahora se ha dado en denominar menú largo y estrecho.

El índice se nos aparece ya como una especie de zarzuela (la de pescado en este caso, claro, no la castiza). En el prólogo del autor –Marquetería mal ensamblada– se nos cuenta cómo veintidós años después de su nacimiento, esta cita con Borges y otros renace, pero no como un simple guiso recalentado, sino condimentado con nuevos ingredientes, enriquecido con otros textos aparecidos en los últimos años en revistas y antologías.

Una cita con Borges (Renacimiento), de José María Conget. Una cita con Borges (Renacimiento), de José María Conget.

Una cita con Borges (Renacimiento), de José María Conget.

En el capítulo que lleva por título Clásicos del siglo pasado, aparece una cita de la novela Lo rojo y lo azul, de su paisano Benjamín Jarnés, en la que se afirma lo siguiente: “Suele ser la novela una biografía embozada, cuando no una desnuda autobiografía”. Pues bien, Una cita con Borges, aunque se trate de otro género, podría caber perfectamente en la segunda de las afirmaciones. Por sus páginas se pasean sus fantasmas y sus ángeles, sus filias y sus fobias servidos en platos suculentos en los que impera la sal –en su segunda acepción– así como la pimienta en dosis controlada. Por ellas desfilan Borges, en los primeros capítulos, seguido prácticamente por todo un elenco de grandes y chicos de la historia de la literatura: Joyce, Kafka, Carver, García Márquez, Lorca, Juan Ramón… hasta Salgari y Cristóbal Schmid, el de Genoveva de Brabante, un refrescante y sabroso gazpacho en el que con la literatura vienen a mezclarse las ciudades en las que vivió: Zaragoza, Lima, Londres, París y, sobre todo, Nueva York, que casi ha terminado por convertirse en su particular Yoknapatawpha. Y también su familia y sus amigos y el cine y los tebeos en los que derrocha no poca gracia y erudición y que terminan por redondear las sustanciosas recetas.

Pero en realidad poco importa sobre lo que escriba. Igual que en el caso del gran chef, que no es lo que guisa sino cómo lo guisa, Conget es uno de esos escritores en los que no importa lo que cuenta sino cómo lo cuenta; igual que lo que se admira es la mano del gran chef, lo que el lector termina por saborear es la mano del escritor: su voz, su tono, una mano con un toque especial que termina por convertir toda su obra en una suerte de palimpsesto.

Esperemos que, como en El festín de Babette –la deliciosa película danesa que Gabriel Axel basara en un cuento de Isak Dinesen– no sea Una cita con Borges el último festín que nos sirva Conget.

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