Cultura

El compromiso con el arte contemporáneo de un coleccionista único

  • El cantante, uno de los mecenas más respetados del siglo XX, atesoró cerca de 2.000 piezas

Los artistas españoles más importantes de las últimas décadas, como Antoni Tàpies, Miquel Barceló, Juan Genovés o Carmen Laffón, encontraron un cliente inesperado en el artista Manolo Escobar, que se convirtió a partir de los años 70 en uno de los más importantes coleccionistas y en un fiel comprador en ARCO desde la fundación de la feria por Juana de Aizpuru. Las primeras obras que atesoró fueron piezas del siglo XIX, como la acuarela El retrato del señor Llobet del catalán Francesc Gimeno, o un magnífico Sorolla que ocupó un lugar de excepción en su colección de 2.000 piezas.

Fue sin embargo en los años 80, coincidiendo con el despegue internacional de España, cuando Escobar sintió que eran los artistas de su tiempo, sus contemporáneos, los que debían dar sentido a su pasión coleccionista, comenzando a comprar sin miedo obras de la nueva figuración madrileña y la movida en galerías como Vijande, Sen o Buades. Fue así pionero en apostar por Barceló, al que compró trabajos antes de que se convirtiera en uno de los artistas más cotizados.

El galerista Rafael Ortiz, del que Escobar fue cliente y amigo tras conocerse en ARCO en 1985, recuerda cómo se acercó a su expositor porque había identificado una obra de José María Báez, al que había conocido en la exposición Cota Cero que comisarió Kevin Power, también recientemente fallecido: "Fue un coleccionista de gran sensibilidad y tremenda cultura, capaz de citar a Eugeni d'Ors y siempre al tanto de la crítica artística más sólida y exigente. Tenía un ojo clínico para comprar lo mejor a su alcance y era de decisión rápida".

La colección de Escobar incluía también piezas de Zuloaga, Juan Gris, Nonell, Saura, Chillida, Eduardo Arroyo, Equipo Crónica, Alcolea, Broto, Sicilia, Ceesepe, Espaliú, Juan Uslé, la mirada realista de José Manuel Ballester y Laffón... Su gusto, aunque favoreció siempre a los creadores españoles, no renunció tampoco a las grandes conquistas del arte internacional, adquiriendo trabajos hoy muy cotizados de Baselitz, Lucio Fontana, Sigmar Polke o Sam Francis. Algunas de estas piezas se vieron en los últimos años en ciudades como Zaragoza, Alcobendas y Benidorm (sede de la colección), en exposiciones antológicas que descubrieron a los no iniciados los secretos de uno de los más sabios y coherentes mecenas del siglo XX.

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