Cultura

El cinéfilo desamparado

No hace muchos días denunciaba, como muchas veces lo he criticado en esta misma sección, en el programa MásKecine, de Huelva TV, que me parece una valiosa y oportuna aportación a la divulgación y conocimiento del Séptimo Arte en nuestra capital, el estado de desamparo en que vive el cinéfilo, el buen aficionado al cine de nuestra ciudad al que se le hurtan muchas de esas películas de contrastada calidad que sí llegan a otras pantallas del país. La capital y la provincia que gozan hoy de un buen número de salas no hacen más que repartir, salvo muy raras excepciones, las mismas raciones de un pastel en el que predominan igual número de títulos, de tal forma que no hay variedad, no hay diversidad de opciones y, por lo tanto, no existen prácticamente alternativas para el espectador. Es decir, en unas y otras salas, aquí o allá, tenemos las mismas películas.

De esa escasez de títulos de entidad hablan muy bien la ausencia de films que en estas fechas son noticia, no ya por su demostrada calidad y buen acopio de críticas favorables, sino por su presencia en las citas con los grandes plebiscitos internacionales, donde algunas de ellas han sido premiadas o pueden serlo en fechas más o menos inmediatas a cuyas concesiones han sido nominadas. Me refiero a una de las más inmediatas como es La cinta blanca, de Michael Haneke, premiada en el Festival de Cannes, Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, mismo concepto por el que es candidato al Oscar, y que encabeza ahora mismo la lista de la más favorecida por los críticos españoles, que en un plebiscito masivo la sitúan como la mejor película del momento. En ella, el prestigioso director alemán realiza un perfecto análisis social de la educación de una generación donde se iniciaba el nacionalsocialismo.

Pero a la película de Haneke hay que añadir toda una larga lista de películas que no han llegado a Huelva. Por citar las más recientes, no podemos olvidar dos de los títulos que figuran como nominados a los Oscar. Una de las grandes favoritas, En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, la esposa de James Cameron, también opositor al Oscar por Avatar. Kathryn está nominada, además de a la Mejor Película, a la Mejor Dirección, al Mejor Protagonista, Jeremy Renner, y otras más entre nueve nominaciones en total. Una visión muy actual de la guerra en Iraq. Otro destacado film es Precious, también con titulaciones importantes como mejor película, mejor director, Lee Daniels, y mejores actrices, protagonista, Gabourey Sidibe, y secundaria, Mo´Nique.

Otras películas que no hemos podido ver aquí son Chéri, del prestigioso director británico, Stephen Frears, con Michelle Pfeiffer y Rupert Friend; El padrastro, de Nelson McCormick, y Loca obsesión, la comedia de Phil Traill, con Sandra Bullock, nominada al Oscar a la Mejor Actriz por The blind side. Y entre lo más inmediato, de ayer mismo, viernes, recuperamos, menos mal, Un tipo serio, de los hermanos Joel y Ethan Coen, que está nominada al Oscar como mejor película de 2009, pero no nos llegan Un hombre soltero, de Tom Ford, ni Corazón rebelde, de Scott Cooper con Jeff Bridges, candidato al Oscar al mejor actor por esta película. Dos interesantes films franceses que se nos niegan: Ricky, de François Ozon, en cuyo reparto está el actor español Sergi López, y Vertige, de Abel Ferry, de la que se hacen elogios.

El cine español, que nunca tuvo mucha aceptación entre nuestros públicos, tónica generalizada al resto de España, también ha tenido títulos afortunados que no han aparecido por nuestras pantallas locales. Tengamos los casos más recientes de la polémica El cónsul de Sodoma, de Sigfrid Monlón, sobre la vida del poeta Jaime Gil de Biedma, que, por cierto, encarna Jordi Mollá, nominado al Goya al Mejor Actor protagonista. Y eso mismo diríamos de Nacidas para sufrir, de Miguel Albadalejo y La mujer sin piano, de Javier Rebollo, ganador del Premio al Mejor Director en el último Festival de San Sebastián y líder del grupo Cineastas contra la Orden, promotores de un manifiesto que ha recogido firmas entre los distintos sectores de la cinematografía española contra la orden elaborada por el Ministerio de Cultura y que desarrolla la Ley del Cine, a la que tratan de una manera duramente crítica y que, por cierto, resulta incapaz de seguir adelante.

Citaría más películas inéditas en Huelva, pero se queda corto el espacio. Añadiré que, para colmo, los buenos aficionados al cine onubenses se han quedado sin las sesiones cinematográficas de los martes en Gran Teatro, que, al menos, esporádicamente, nos brindaban algunas de las películas que no podemos ver en la cartelera comercial.

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