Cultura

Zalamea celebra el día de San Blas en su ermita del siglo XV

  • Los zalameños realizan el rito de ungirse la garganta con aceite tras la celebración de la misa en el interior del templo

Zalamea, como cada 3 de febrero, celebra hoy el día de San Blas, una romería de invierno en la que los zalameños se desplazan a la ermita del santo, ubicada a unos dos kilómetros del casco urbano, junto al antiguo camino que comunicaba la villa con la aldea de Las Delgadas.

La ermita estuvo dedicada en sus inicios a Santa María de Ureña. En el siglo XIX obtuvo el título de San Blas y se le adscribió una huerta y dos tierras numeradas que costearon una función religiosa en su día y una lámpara de aceite que ardía en el altar todo el año. Esta ermita data de finales del siglo XV, siendo la segunda más antigua erigida en Zalamea la Real, después de la ermita de San Vicente.

En sus inicios estuvo dedicada a Santa María de Ureña, tal y como se recoge en las ordenanzas municipales de Zalamea la Real del año 1534. Posiblemente la advocación a la santa perduró hasta principios del siglo XVIII pero a mediados del siglo XIX, los documentos que citan a dicho edificio ya lo hacían con el nombre de Ermita de San Blas, omitiéndose ya el de Santa María de Ureña. Actualmente sigue dando culto en su interior a este santo.

Debió ser un edificio de tipo mudéjar muy reestructurado en el siglo XVIII. En su construcción fueron aprovechados los sillares de piedra de época romana que aún en la actualidad pueden contemplarse.

Las antiguas imágenes de San Blas y Santa María de Ureña sufrieron grandes desperfectos durante la Guerra civil. En la década de los noventa fueron totalmente restauradas y en la actualidad se veneran en la Parroquia de la Asunción.

Cada año, al mediodía los alrededores de la ermita comienzan a llenarse de grupos de amigos o familias para pasar una jornada campestre. La parte litúrgica la compone la celebración de la misa en el interior del templo, que incluye la bendición del aceite que posteriormente les fieles se ungirán en la garganta.

San Blas fue un obispo de origen armenio, concretamente de la zona de Sebaste. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus y fue conocido por su don de curación milagrosa.

Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración.

Cuando tuvo lugar la persecución de Agrícola, gobernador de Capadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste. Sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí hallaron al santo en oración y lo arrestaron.

Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue lanzado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitó a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado. En el año 316.

Es tradicional en Zalamea el "cordón" de San Blas, conformado por hilos de diferentes colores que se venden en la propia ermita durante la jornada.

Desde hace unos años, Manos Unidas aprovecha la fiesta para montar un puesto en el que se venden dulces típicos, café y chocolate cuya recaudación se destina a causas benéficas.

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