Cultura

Vuelven los depredadores

Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualón Puerto Huelva y Multicines Al Andalus Ayamonte y Punta Umbría.- T.O.: 'Predators'.- Producción: Estados Unidos, 2010.- Duración: 107 minutos.- Dirección: Nimród Antal.- Guión: Alex Litvak y Michael Finch.- Fotografía: Gyula Pados.- Música: John Debney.- Montaje: Dan Zimmerman.- Intérpretes: Adrien Brody, Topher Grace, Alice Braga, Lawrence Fishburne, Danny Trejo, Walton Goggins, Oleg Taktarov, Louis Ozawa

Uno se pregunta una y otra vez por los motivos que mueven a muchos realizadores y productores, aún algunos muy prestigiosos, a volver a viejos prototipos de un género un tanto ambiguo o recurrente, que lograron éxito, consiguieron cierto prestigio y se mantienen, nos guste o no, en esa panoplia de ciertos títulos de culto. No es mi caso, pero lo respeto. Por eso extraña que un director de cierta estimación como Nimród Antal, joven realizador de origen húngaro, cuya referencia más cercana nos lleva a Habitación sin salida (2007) y a un productor de cierta solvencia como el realizador Robert Rodríguez, El mariachi (1992) y Sin City (2007), con tantas otras, colaborador e imitador a su aire de Quentin Tarantino, se hayan metido en este sucedáneo del famoso Depredador (1987), de John McTiernan.

Royce, el protagonista es un mercenario que, de mala gana, dirige un grupo de guerreros de élite. Advierten que sin darse cuenta los han llevado a otro planeta para servir de presa. Todos son unos malditos asesinos, miembros de ejércitos de diversos países, indeseables individuos, caza recompensas, yakuzas, presidiarios, feroces componentes de escuadrones de la muerte. La única excepción es un médico que no goza de prestigio. Todos ellos se ven sometidos, asediados y en trance de eliminación por parte de una nueva raza de Depredadores extraterrestres capaces de hacerse invisibles. Tratarán de sobrevivir en las situaciones más adversas. En esta escalada continua de sucedáneos, especie de clónicos a la medida y circunstancia de cada imitador a costa de subvertir lo que para algunos puede ser un icono o referencia de uno de los modelos de la acción fantástica, esta nueva versión no hace más que desconcertar al público para intrigarle en cada secuencia.

En eso ha sido fiel a su precedente, del que si no recordamos mal ésta es ya su quinta entrega. Es una de las claves del éxito inicial y continúa siendo un ardid para atraer a fáciles seguidores de este tipo de historias, aunque malogren los valores esenciales de aquello que imitan o tratan de emular. Provisto de una narrativa demasiado elemental este grupo indeseable que ni por su comportamiento en la ficción ni por su falta cualidades interpretativas, acaban de convencer al espectador más complaciente, este Preda-tors, no es más que el ejemplo vivo de esa ambición recaudatoria que emana de casi todas las secuelas. Tan trasnochado y a la vez increíble como este Adrien Brody, jefe de esta pandilla de rufianes, hipermusculado y absolutamente perdido en una jungla donde todo es confuso y absurdo. Y con él el resto del reparto digno, eso sí, de mejores causas.

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