Increíble el ambiente de uno de los mejores festivales de música que se hacen en España. El South Pop de Isla Cristina por derecho propio es un referente imprescindible para aquellos ruteros que se pasan el verano de indie a indie y tiro porque me toca. Estos certámenes se han convertido en un atractivo turístico igual que un todo incluido, un crucero o el apartamento en la playa. Quien va a ellos, ve una y otra vez a esas propuestas en los que la parafernalia y la fachada exterior están muy por encima de cuestiones musicales y artísticas, salvo algunas excepciones evidentes. Grandes empresas que constantemente tiraron por tierra una y otra vez las medidas y las formas capitalistas de la industria musical al uso, hacen ahora su actividad con distintos perros pero con los mismos collares.

Incluso si somos muy seguidores de un grupo, podemos ir detrás de ellos festival tras festival. Un circuito cerrado, tan a la antigua usanza como aquellas agencias que solo colocaban a sus artistas por intereses económicos. Siempre pasa igual: las etiquetas solo sirven para recolocar y ordenar, mientras el público piensa que es una cuestión de pragmatismo. Además, los presupuestos en este tipo de eventos, al llevar a más bandas, bajan considerablemente, pudiendo observar cómo son los mismos artistas los que montan el escenario, recogen cables o guardan de sus instrumentos. Y eso sin entrar en los detalles de ir justos de músicos, ya que algunos son verdaderos expertos en el karaoke de la secuencia y el sampleado; de ahí a que algunas interpretaciones se queden literalmente en nada. Todo esto para vender la exclusividad de la subversión de quien se puede permitir el lujo de pagar por abonos y entradas una cantidad de dinero considerable. Carteles que se repiten con la única intención de llenar y sin pensar sobre su apuesta musical, solo porque son raros o representativos de la última moda en llegar a Radio 3 y apoyados por las revistas especialistas en el sector. Se han cargado hasta el sentido de lo independiente.

En este sistema lo que existe es demasiada dependencia; no merece la pena luchar por algo así.