Fila siete

Miedo y corrupción

Para quien es capaz de realizar películas como Mystic River (2003) y Million dollar baby (2005), por citar dos de sus más recientes y brillantes realizaciones, pero de quien recuerdo con especial admiración una película a veces olvidada como Bird (1988), sobre la vida del gran saxofonista de jazz Charlie Parker (1920-1955), un hito en el género biopic, no cabe sorprenderse de la calidad de una de sus últimas creaciones, El intercambio, sobre todo porque Clint Eastwood sigue impresionándonos, sobre todo, por su enorme sensibilidad, por su creatividad conmovedora, capaz de captar al espectador a través de relatos como éste, que, sin llegar nunca a lo melodramático, que sería lo fácil, supone una turbadora visión de la violencia y la corrupción en Estados Unidos en los años 20 en una de sus muchas escalofriantes revelaciones.

Es la dolorosa crónica de Christine Collins que vive la dramática desaparición de su hijo, cuando una tarde de 1928 vuelve a casa y no lo encuentra. Los hechos transcurren en Los Ángeles, una ciudad corrompida por una fehaciente falsedad y el crimen que no cesa. La búsqueda del pequeño Walter resulta infructuosa. La policía no merece ninguna confianza. Transcurridos cinco meses aparece otro niño que dice ser Walter. La policía se ve favorecida por el hallazgo y lo entrega a Christine. Ésta se lo lleva a casa sabiendo que no es su hijo, pero insiste en que los agentes de la ley deben seguir buscando. Se enfrentará a una situación que no facilitará el encuentro del verdadero Walter. Hasta que dé con un aliado inesperado: el reverendo Gustav Briegleb.

Es inevitable recordar Mystic River que era una aproximación al tema de los secuestros. Aquí estamos ante un hecho real sobre el que el guionista Michael Staczynski ha indagado en una época en que este tipo de sucesos en la tenebrosa ciudad delincuencial de Los Ángeles con una enorme corrupción policial eran frecuentes, con la consiguiente incertidumbre angustiosa y desesperada de los familiares y el desconsuelo enloquecedor de las inocentes víctimas, sometidas muchas veces a torturas, sufrimientos inhumanos y violenta muerte. La visión de tan cruel drama a través de la figura de la protagonista, una Angelina Jolie que se redime gloriosamente de torpes interpretaciones anteriores, gracias al gran maestro de actores que es Clint Eastwood, nos ofrece una dimensión humana escalofriante, en el curso de un relato magistral.

Pero lo más admirable de Clint Eastwood es que su narración cinematográfica es clásica: una realización nada pretenciosa, con la conjugación armónica de las secuencias, el perfecto movimiento de cámara y sus encuadres, la narración sin sobresaltos, la reconstrucción histórica de Los Ángeles en la época en que suceden los hechos que narra el film a finales de los años 20 y una banda sonora compuesta por el propio director que es también un logro notable. Y todo para dar marco a esta historia de una mujer que lucha con tenacidad, enfrentándose a todo y contra todos. Una honesta visión del feminismo, si hemos de hablar de ello, con realismo y convicción. Magnífica.

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