Luis Landero, uno de los más respetados escritores españoles, vuelve con Absolución, su novela "más redonda": versa sobre la felicidad, que "se debe y se puede" alcanzar, pues la vida hay que "vivirla e enriquecerla" con discursos más allá del relato imperante de la crisis.

Y lo dice un "insatisfecho crónico", que sólo consigue "momentos de felicidad", especialmente cuando escribe, aunque con la edad ha aprendido, afirma, "a serenar las pasiones y los pulsos" y "reconciliarse" con la vida. "Escribir es lo más importante de mi vida, es más que una terapia. Yo sin la escritura no habría encontrado mi lugar en el mundo, no sabría qué habría sido de mí", confiesa Landero, contento de haber logrado con Absolución (Tusquets) su obra "más redonda", aunque también le gusta Juegos de la edad tardía, la primera.

En Absolución vierte "muchos de los demonios existenciales" que le "desasosiegan desde siempre", pero "con cuidado de no hacer grumos filosóficos, sino que están perfectamente solubles en el cauce narrativo" de una novela que es también "de aprendizaje".

Escribiéndola ha sido "muy feliz", ya que escribir es su forma de ponerse "a resguardo de la intemperie", de recuperar "sosiego", un "ritmo lento" opuesto a la "tiranía de la actualidad".