Cultura

Luces y sombras de nuestra tierra

Francisco Navarra en plena acción ante la Banda sinfónica municipal de Huelva, el jueves en la Casa Colón.

Francisco Navarra en plena acción ante la Banda sinfónica municipal de Huelva, el jueves en la Casa Colón. / josué correa

La Banda sinfónica municipal de Huelva presentaba el jueves un ramillete de piezas, y lo hacía bajo el título Sinfonías de primavera. Su director, Francisco Navarro, confeccionó obras del gran repertorio. Trescientas personas en el Palacio de congresos de la Casa Colón en una noche donde la lluvia empezaba a asomarse.

Desde el inicio del concierto Navarro desvela su estilo: solemne, garboso, de frases expresivas que se hacen con dinámica detallista. La primera obra era una composición que combinaba el pasodoble y la marcha militar con secciones contrastadas en tonalidad. Luego, se impone un ambiente grave con largo redoble de timbal que preludia un tema propio de los nacionalismos finiseculares, el primero de los tres movimientos donde más tarde escucharíamos a flauta y clarinete engarzados, saxofón de rubato elegantísimo y una danza final cuyo excesivo forte llegó a nublar a clarinetes en contrapunto.

Otro bloque temático se dedicaba a valses vieneses donde el viento-madera y el metal se timbraron perfectamente en un motivo acompasado; un lenguaje musical que tiende a ramificarse hacia expresiones culto-populares, como la zarzuela. También oímos una pieza en do mayor de textura sincopada anticipando un tema precioso que propició entre el público un silencio absoluto. Las bodas de Luis Alonso, pieza favorita en los conciertos del gran repertorio, puso al descubierto unas familias instrumentales clarísimas, de melodía trazada con un gusto de la mejor escuela. Ahí se esmeraban la Banda y su director en brindar al público lo mejor de su quehacer.

Sin ton ni son el primer movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven, quizá por responder al compromiso sinfónico; fue una versión alicorta, por la ausencia de la cuerda y contrastes dinámicos. Precisamente, la pretensión de que una banda aborde piezas como oberturas de ópera, como ha ocurrido en otros conciertos, es una intrepidez: falta el trazo dramático en la propia sonoridad de la cuerda. Y éste es el precio que hay que pagar cuando se pretende llegar más lejos de lo que por naturaleza no se debe. Viraje muy informal con Vivaldi, cuyo famoso ritornello de La llegada de la primavera se usó de mero pórtico porque la música cambiaría antiestéticamente al Otoño; aquello pareció una adaptación pop.

La presidenta de la Casa Paco Girón, beneficiaria del concierto, agradecería al público con amables palabras el gesto de acudir a esta cita musical. Y Allí se emplazaba a próximos conciertos que están programados para el inicio del verano.

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