Toros

Emilio Silvera: “Me importa que mi hijo llegue a este día con más ilusión que yo en 1986”

Emilio Silvera padre: “Me importa que mi hijo llegue a este día con más ilusión que yo en 1986”

Emilio Silvera padre: “Me importa que mi hijo llegue a este día con más ilusión que yo en 1986” / H.I. (Huelva)

Hay un hilo invisible que envuelve de historia esa alternativa que está por llegar el día 4 de agosto en La Merced. El tercer Silvera de esa saga en la que Huelva descarga parte de su historial torero es uno de esos nombres importantes de esta feria; es quien la hace diferente.Causó sensación el día de su presentación como novillero con caballos en La Merced. Tanta como la decepción de ver irse a su novillo vivo al corral..“Cuando ya tenía la plaza rendida a su pies, la espada de Silvera vino a estropear una de las más hermosas faenas de la tarde.Los tres avisos se llevaron el toro al corral, dicho sea en sentido coloquial, porque el bravo de Pereda, al que se le había silbado por flojo, apoyó su casta sobre las tablas el tiempo suficiente para que la impericia de un novillero, sin oficio con la espada, viera llegar los tres clarinazos de rigor”. Lo contaba así este periódico.Pero Huelva Información no habla con él sino con quien desde detrás de las tablas del callejón no atina a sacarse aun los nervios de ver al hijo en el ruedo.

–Un camino de espinas, la espada aquel día...y otros.

–Pues sí. De cualquier forma Emilio es más regular con la espada que lo fui yo. Aquella tarde fue una crueldad que la espada se llevara por delante toda la importancia que tuvo la tarde de Emilio con la muleta. Así son las cosas.

–Es inevitable que a cuatro días no se te venga a la mente aquel 1986.

–Inevitable, claro. Una alternativa es la culminación de muchas cosas, pero también esa ralla en la que inevitablemente te encuentras con el toro en plenitud. Me ilusiona pero también me preocupa. Es lógico, creo yo.

–¿Unimos recuerdos?

–Sé que va a sonar extraño a mucha gente pero yo llegué sin ilusión a esas Colombinas de 1986. Estaba todo: Manzanares, Ojeda; incluso esa corrida escogida de Gabriel Rojas pero mi ruptura con los Choperitas me quemaba en la cabeza. Fui, pero no estuve. No disfruté de aquel día importante para mí. Incluso durante un tiempo me pensé muy en serio continuar como torero.

–Bueno, pero ahora es el día de tu hijo...

–Por supuesto. Lo que más me importa es que mi hijo llegue a éste día con más ilusión que llegué yo en 1986. No tiene nada que ver. Al fin y al cabo mis propias circunstancias me llevaron a disfrutar después mucho de mi carrera como matador de toros.

–Has andado siempre muy pegado a la carrera de tu hijo.

–Mi hijo no ha tenido un hombre que llevase su carrera. Una persona que le diera tranquilidad para centrarse solo en el toro. Yo soy su padre y por suerte sé también como se mueve este mundo. Para bien o para mal, lo sé. No lo iba a dejar solo, ¿no?. Es cierto que he estado muy pendiente, ¿Acaso eso también molesta?.

–¿Qué admiras de tu hijo?.

–El valor. El valor y la constancia que tiene para seguir siempre. Que a nadie se le olvide que a ese chiquillo con dieciséis años casi le rebaña la femoral una vaca. Fue un cornalón de los que le sacan el valor a muchos. Emilio sigue ahí. No sólo eso, a Emilio le han pegado los novillos para matarlo y nunca ha vuelto la cara.

Seguía aquella crónica de Huelva Información narrando la impresión que el joven Silvera dejó con su toreo al presentarse en Huelva. “ Con la tercera serie de Emilio sonaban ya los goznes de la Puerta Grande. Huelva se había enamorado de ese toreo que había engarzado la zurda de Silvera. Su quietud y temple. Ese temple, razón fundamental de que el precioso núñez de Pereda enseñara su bravura y la nobleza en una faena intensa y emocionante que el de Huelva engarzaba entre oles y run run del tendido”.

–La zurda siempre os ha funcionado bien a los Silvera para expresaros ante el toro.

–Sí. Yo me he sentido muy a gusto toreando al natural y creo que es la mano con la que más intensamente me he expresado ante el público. También pienso que mi hijo se entiende bien por ahí con los trastos en la mano. No sólo eso, sino que él siempre ha hecho más largo el muletazo que lo hacia yo. Tiene ese temple natural.

–Tercera generación de toreros con ese nombre; Emilio Silvera.

–Es importante, sí. Para la familia y creo que también para esa Huelva que nos siente como toreros.

–Huelva, la plaza, sus gentes...

–Siempre sentí que Huelva me seguía; se interesaba por mi carrera, por mis cosas. Huelva es el centro de todo en mi vida y en la profesión. Sobrevivir y darle la vuelta a esa pasión litrista no fue fácil para mí.

–Qué tiene un padre de torero en la cabeza estos días.

–Puedes imaginar. Muchas cosas. Los toros, la tarde; la experiencia que puede significar para mi hijo el compromiso de la alternativa... mil cosas. Me preocupa que Emilio llegue con un solo festejo toreado a Huelva. No un festejo, no: un solo novillo en público toda la temporada; el que mató el otro día en Campofrío. Me preocupa eso, claro, porque no es lo mismo que entrenes con diez o doce toros en el campo a que te exija de verdad la presión del público. Esa es mi verdad pero no excusa. De hecho creo que a Emilio le da igual todo eso. Él tiene claro que va a por todo y yo lo veo feliz. Mira, yo venía supertoreado a mi alternativa y como te he dicho aquella tarde no disfruté. Ojalá lo haga él. También el público.

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