Hablar de Elbicho es hacerlo de Miguel Campello, con todo lo que conlleva la singularidad de su voz flamenca de Elche (Alicante) y su espíritu, siempre libre, como las letras de sus canciones. Dicen que su bisabuela era cantaora. A alguien tenía que salir el artista, ¿no?
-¿Cómo nace Elbicho VII, vuestro último trabajo discográfico?
-De un cúmulo de temas y de tener ganas de sacar otro disco. Como somos los mismos que somos y los mismos que estamos, pues pa'lante. Cada tema es una película, tiene un punto diferente. Hablar de cada trabajo es como hablar de los niños de uno, y éste tiene una misma energía que luego se convierte en un trabajo distinto.
-¿La discográfica impone mucho su criterio?
-Qué va, nos deja bastante libertad. Por eso podemos meter temas instrumentales de 15 minutos, por ejemplo. A lo mejor a Andy y Lucas no se lo permiten, pero a nosotros sí y eso es estupendo, porque se da valor a la parte de los músicos.
-¿Cómo el sonido creado por dos madrileños y cinco alicantinos puede sonar tan andaluz?
-Pues porque esta España nuestra es muy flamenca. Yo me he criado en Elche, rodeado de gitanos y ellos llevan el flamenco en vena. Es nuestra forma de expresar.
-Usted es el artífice de las letras. ¿Dónde encuentra la inspiración?
-En el análisis de las cosas que me duelen. Es una autoterapia. Aunque a menudo también me sale la escritura automática y luego se retoca; nunca hacemos nada porque sí. Me inspiran las mismas cosas que a todo el mundo. Estamos todos en la misma bola que da vueltas y los sentimientos son los mismos para mí que para ti.
-¿De qué fuentes bebe Elbicho?
-Me gusta escuchar a Camarón, a Triana... Lo mismo que ha oído toda la vida mi familia.
-¿Cómo definiría su música?
-Como una música hecha con mucho cariño y mucho curro. Aunque no lo parezca, somos muy trabajadores (risas).
-Elbicho empezó tocando en la calle.
-Efectivamente. Tocábamos porque nos gustaba y la gente no te deja actuar en sus locales si no los llenas. La experiencia fue magnífica, siempre la recordaré con cariño. Venía la Policía a preguntarnos "¿qué hacéis aquí?", la gente se acercaba a preguntar el nombre de un tema o de otro... Era estupendo.
-Creo que ya está trabajando en el próximo trabajo.
-Claro, tenemos cositas hechas por ahí. Además, el 7 de julio se publica un DVD, De imaginar, con el concierto que dimos en el Palacio de Congresos de Madrid. Es un espectáculo que no hay que perderse.
-¿Hay algún escenario que todavía se le resista y le gustaría pisar?
-Las Ventas, por ejemplo. Aunque no sabemos si se va a llenar. Si se queda a la mitad, nos vamos a otro lado, o sacamos a un toro para que abra hueco (risas varias). Aunque el Palacio de Congresos también era un sitio emblemático y llenamos dos días. Igual, de repente, llenamos Las Ventas una semana.
-¿Por qué no?
-¿Te imaginas? Acabaríamos todos fatal (risas). Una semana y me retiro.
-¿Qué se va a encontrar la gente que acuda esta noche al concierto de Punta Umbría? ¿Cómo es Elbicho en pleno directo?
-No lo sé, nunca lo he visto (bromea). Tocamos casi todo el repertorio. El concierto dura unas dos horas y media, aunque al final te lías y pueden ser tres horas y media. Entonces te das cuenta de que la gente se está durmiendo, el del polideportivo se cabrea y quiere echarte porque hay que cerrar las calles..., en fin.
-¿Prefiere tocar en vivo o el estudio?
-Cada cosa tiene su historia. En el estudio tienes la tranquilidad de sopesar las cosas que luego vas a ofrecer en un directo.
-¿Y qué espera del público onubense?
-Que llegue bien al recinto, que encuentre aparcamiento, y que se lo pase guay y al día siguiente recuerde el concierto como quiera.
-¿Cómo es Miguel Campello cuando baja del escenario?
-Me gusta tener tiempo para hacer las cosas que me gustan, como estar con mi hijo en casa o hacer una cabaña. Soy un poco hippy. Soy de todo, menos malo.
-¿Qué es lo que más le cabrea?
-La Tárrega en Telemadrid (risas), me cae fatal, o escuchar a alguien cantar desganado, y de esos hay muchos.
-¿Su canción favorita?
-Hijos del agobio, de Triana.
-¿Un sueño?
-Uno que tengo muy a menudo es la creación de un escondite dentro del propio sueño, por si algún día tengo que refugiarme.
-¿Un consejo?
-No me gusta darlos, por si alguien se lo toma en serio y luego le va mal (carcajadas). Tampoco me gusta que me los den, cada uno es libre.
-¿Le molesta la piratería?
-No, me gustan los piratas (bromea de nuevo). Lo único que me molestaría es que algún día desaparecieran la música o el cine, porque todo eso cuesta dinero hacerlo. Es como si uno monta un bar y 500 cafés de los 1.000 que pone al día no se los pagaran.
-Dicen que una buena solución es dar muchos conciertos.
-Lo que pasa es que con toda esta movida de la crisis, tampoco hay mucha gente que te contrate. Estamos todos fatal.
-Diga lo que quiera al público de Huelva.
-Que escondan bien las cosas porque habrá un control de Policía (risas), que lo pasen muy bien y que lleven a un colega que no beba para que conduzca a la vuelta.
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