Cultura

Las esculturas de Chillida encuentran un destino provisional en la Costa Azul

  • La Fundación Maeght acoge la mayor retrospectiva del autor desde el cierre de su museo

Dos centenares de obras del genial escultor vasco y maestro del vacío Eduardo Chillida inauguran hoy domingo, en la Costa Azul francesa, la mayor retrospectiva del artista desde el cierre definitivo del Chillida-Leku, en San Sebastián, hace tres meses.

Encaramadas en lo alto de una montaña con vistas al mar, las esculturas y dibujos de Chillida (1924-2002) pasarán el verano en la Fundación Maeght, que apostó por el artista donostiarra cuando era "el más joven" de los que habían expuesto hasta entonces para esa familia de galeristas.

El hombre que dedicó su vida a "luchar contra Newton", tal y como explica a Efe uno de sus hijos y comisario de la exposición, Ignacio Chillida, encontró en la localidad de Saint Paul de Vence, que ahora vuelve a cobijar sus obras, un lugar de encuentro estival junto a artistas como Miró, Giacometti o Calder.

El evento ha necesitado de un trabajo titánico de preparación, con el traslado de algunas esculturas bajo escolta policial, indica Isabelle, nieta del conocido galerista Aimé Maeght, que destaca la oportunidad de celebrar la exposición "en este momento", después del sonado cierre del museo Chillida-Leku por problemas económicos. Aunque ya estaba planificada con dos años de antelación, la exposición ha cobrado de forma inesperada un simbolismo especial con el cerrojazo del museo donostiarra, aunque el comisario puntualiza que "lo importante es que la gente se dé cuenta que Chillida es Chillida, con o sin Chillida-Leku".

"Él ya dijo que era una utopía" su idea de museo al aire libre, asegura Ignacio Chillida, que aún cree que se puede llegar a un acuerdo con las instituciones públicas para que asuman parte del coste de la gestión del centro.

Mientras tanto, las obras del Chillida-Leku solo estarán al alcance de visitas privadas, con la excepción de acontecimientos como el que ahora tiene lugar, para el cual han viajado a la costa francesa más de 70 obras desde el museo vasco. Una treintena de esculturas de colecciones privadas y un abultado conjunto que pertenece a los propios Maeght completan la retrospectiva, que recorre el trabajo del artista en materiales que van del papel al hierro, todos ellos con su inconfundible sello. "Lo que es asombroso en su trabajo es que siempre buscaba pasar a través (de la materia), crear una obra con el vacío y con el espacio", resume Isabelle Maeght, quien añade que sus estructuras "siempre tienen una idea de levitación", a pesar de ser a menudo extremadamente fuertes y pesadas.

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