El finlandés Aki Kaurismäki se convirtió ayer en héroe de la Berlinale con un filme de humor extraseco, aplicado a un refugiado y donde confluyen la denuncia a la fría Europa y una declaración de amor al ciudadano que se arriesga y ayuda. The other side of hope -al lado, el reparto- plasma con la contundencia y parquedad habituales en el cineasta el calvario de un sirio de Alepo llegado al puerto de Helsinki que, en lugar de escabullirse a la autoridad, formaliza su solicitud de asilo.
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