en el titán

Una selva envuelve al cuartel de Santa Fe

  • Una década después de que cerrara sus puertas como dependencia de la Policía Nacional, todo sigue igual. Las peticiones realizadas son para uso social, vecinal y cultural

HAY cuestiones en esta ciudad que se enquistan y que no se sabe si al final acabarán devoradas por la piqueta, sin quedar más opción que el olvido. La lista es muy larga porque el desinterés en marcar unas prioridades no es de ahora, ni de este equipo de gobierno ni de la crisis, sino desde hace décadas. Ahora todo es más complicado o, al menos, no tan sencillo, pues es cuando hay que agudizar el ingenio.

El antiguo mercado o cuartel de Santa Fe es un ejemplo de cómo en Huelva todo se va dilatando hasta llegar a la desidia. Y no es porque no tenga interés arquitectónico y una larga lista de destinos sociales y culturales a los que vecinos y asociaciones le nominaran. Su construcción fue larga en el tiempo, se inició en 1899 con proyecto de Manuel Pérez González y la terminó Francisco Monís Morales, en 1905. Ahora, después de una década del cierre el edificio, está abandonado a su suerte.

No se entiende que junto a tantas voces que en la ciudad, como en el Pleno municipal, se escucharan en defensa del inmueble para ponerlo en uso, no se promoviera una actuación rápida. La verdad es que cada uno quiere poner en él una actividad. Hay muchas ideas, algunas tan peregrinas como la de un polideportivo con piscina. Otras son más serias y realistas, como la de convertirlo en un centro socio cultural, por las idóneas condiciones que posee para acoger lo que no tiene ninguno de los barrios del centro de la ciudad. Todo, menos un centro gastronómico. Por muy Capital de la Gastronomía que nombren a Huelva, el Mercado de Santa Fe merece otro uso. No vayamos ahora a llenar la ciudad de zonas para ocio de bares y restaurantes creando lo que pronto será una burbuja pinchada, como está ocurriendo en otros sectores por un crecimiento desordenado.

Las voces siempre se alzaron para convertir Santa Fe en un lugar socio cultural y habrá que esperar que ése sea el uso. Ocurre que no se sabe si al paso que va será posible. Ahora lo importante es tomarle el pulso al edificio porque, a menos que se haga algo pronto, nos dará un susto.

Recientemente se consiguió la declaración de Bien de Interés Cultural para el inmueble por parte de la Junta de Andalucía (PSOE). Llega ahora con un retraso de cinco años desde que el Ayuntamiento de Huelva (PP) anunciara que iba a solicitar para su restauración la ayuda estatal del 1% Cultural, que destinan los ministerios de Cultura y Fomento y para lo que era necesaria la declaración BIC. No se consiguió tampoco el proyecto de rehabilitación propuesto por técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo, en 2009, valorado en cuatro millones de euros, para incluirlo en las obras del Plan E.

Por suerte para la Cultura, no acabó mas tarde convertido en un bar de copas, como se intuía por las gestiones que entonces realizó el Consistorio.

Sin embargo, los tapones de unos y otros hacen que al final las cuestiones importantes en esta ciudad se dilaten eternamente sin necesidad, pues el mismo interés tenía en 2012 el edifico que ahora para ser catalogado BIC, que no le estaban pidiendo a la Junta dinero para restaurarlo, sólo que completara el informe necesario. Una pena.

Hay que destacar que aunque no tuvo mucho éxito como mercado, sí es una gran obra, pues tras padecer problemas estructurales al inicio de su construcción todo quedó solventado y es el edificio robusto que nos llega hasta el día de hoy.

Sin invento alguno lo que demanda es una actuación que elimine todos los añadidos interiores y recupere su aspecto externo.

Los lamentos no sirven de nada una década después de cerrado el edificio, al dejar de albergar las dependencias de la Policía Nacional. Ahora la pregunta, más allá del contento por el BIC, es si la construcción en la situación de abandono en que se encuentra garantiza una estructura que soporte una restauración adecuada. Esperamos que sí.

Está bien que se espere a contar con fondos para una intervención; pero igualmente hay que ser realistas y el edificio necesita un mínimo de mantenimiento, tanto por su aspecto externo y decoro en la ciudad, como necesario para su conservación.

Se le ve afectado por la nidificación de palomas que son un peligro para la conservación de edificios, lo mismo que la creciente proliferación de plantas e incluso árboles que crecen en las cornisas y que lo único que consiguen es levantar los ladrillos y, a partir de ahí, un deterioro paulatino en sus muros. El aspecto que ofrece en la cuesta de la calle Daoiz es de una completa selva, ha crecido la hierba por todo el paño de la pared.Ocurre que cuando algún día se quiera restaurar el edificio, no será posible. Entonces lo tirarán y harán una pista deportiva para unir Santa Fe y la Plaza del Piojito; pero no demos ideas.

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