Pesca

Lo que la mar te da, la mar te lo quita

  • Dos pesos pesados de la pesca y el marisco narran su visión del sector en las últimas décadas.

Con una dilatadísima experiencia y con la perspectiva que le da el paso del tiempo, Bernardo Pelayo Malvarez describe la trayectoria de la pesca en Huelva en los últimos 30 ó 40 años como una historia de "vaivenes", de "sube y bajas", de momentos "muy buenos" en los que vivía muchísima gente de la pesca y en los que se levantaron "enormes imperios", que en poco tiempo "caían en picado" para volver a levantarse poco después, "y así sucesivamente".

Haciendo balance general, asegura que la pesca en los últimos años ha ido en declive en Huelva. Como mejor ejemplo, dos datos: la flota se ha reducido en las tres últimas décadas en más de un 50% (de unos 150 buques, a menos de 60), así como también ha bajado el número de distribuidores. Bernardo Pelayo Jiménez preside actualmente la Asociación de Exportadores de Pescados y Mariscos de Huelva y afirma que en pocos años han pasado de 87 asociados, a 38. "El resto ha desaparecido".

Según coincide en señalar todo el sector, buena parte de esta situación la tiene el elevado precio del gasoil. "En los últimos 30 años -asegura Bernardo- ha pasado de entre 16, 17 o 25 pesetas, al desorbitado precio de hoy en día. Esto ha sido determinante y ha llevado a muchos a la ruina".

También ha evolucionado mucho la mano de obra. Si antes la marinería era netamente nacional, ahora, en cumplimiento de los acuerdos internacionales de pesca adquiridos con terceros países, los armadores están obligados a contratar autóctonos de los países donde están los caladeros. Así, salvo el patrón y, en algunas ocasiones, el jefe de máquinas, el resto de la tripulación es africana. Para Bernardo Pelayo este hecho tiene sus pros y sus contras. Por una parte, la mano de obra se abarata en una proporción de 10 a 1. Pero por otra, y pese a esta "enorme diferencia salarial", la mano de obra nacional está mucho más cualificada y, además, "este abaratamiento de la mano de obra nunca llega a compensar el aumento del precio del gasoil, sólo a amortiguarlo en parte". Esto, unido al descenso del número de empresas en tierra (fábricas, transporte, auxiliares...), da como resultado que cada día menos personas viven en Huelva de este sector.

Otro aspecto a tener en cuenta es la evolución del tipo de flota. "Los barcos antes tenían muchísimo motor, lo cual les permitía mayores capturas" asegura. Pero la progresiva disminución de la actividad ha hecho que lo que antes era una ventaja se haya convertido en un "lastre" para las empresas por el excesivo consumo de gasoil. Por tanto, "ha habido que hacer un enorme esfuerzo en actualizar la flota, incorporando buques con motores más pequeños para equilibrar los costes con las capturas".

Pero donde se ha producido la mayor evolución, coinciden en afirmar Bernardo Pelayo, padre e hijo, es en los productos, los consumidores y la comercialización, "en algunos casos para bien, y en otros para mal". Pese a ello, "ahí puede estar la clave de nuestra salvación,  junto con la innovación".

Aseguran que, por ejemplo, en el caso del marisco, antes sólo se valoraba la gamba y productos como las patas y bocas de cangrejo "ni se conocían". En pescado, el rape no tenía demanda. La entrada de nuevas variedades, de otras zonas productoras, y de peor calidad ha incidido negativamente en los precios, que en el caso de la gamba, el producto estrella de Huelva, "permanece estancado desde hace más de 20 años porque hoy hay cientos de especies, de mucha peor calidad, que entran en el mercado y abaratan los precios". "Se ha engañado mucho al consumidor en los últimos años dándole gato por liebre pero, por suerte, éste se está volviendo cada vez más exigente".

 

La comercialización también ha cambiado mucho en los últimos 30 años y las grandes superficies han sustituido en buena parte a las pescaderías tradicionales. Todo esto "ha supuesto un cambio muy grande en la comercialización".

Prácticamente todo lo dicho por los Pelayo es corroborado por Mariano García, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Isla Cristina, localidad puntera en cuanto a pescado fresco. García reconoce que hay determinados problemas comunes al sector en la provincia, que han marcado su evolución en los últimos 30 años. Entre ellos destaca su tradicional dependencia de Marruecos, "aunque cada vez lo es menos porque se han buscado alternativas en otros países y porque hace 22 años se acometió una gran reordenación de nuestra flota para adaptarla al aprovechamiento de nuestros propios recursos", así como el elevado precio del gasoil, que "ha dado en los últimos años un gran zarpazo al sector". Sólo por poner un ejemplo, según los datos que maneja la lonja isleña, teniendo en cuenta que el marinero cobra en función de la rentabilidad derivada de la venta del pescado, "éste se lleva actualmente a casa una media de 150 euros semanales menos que hace un decenio, lo cual empobrece al sector".

García señala como otro de los grandes problemas del sector en los últimos 30 años el derivado de la entrada de España en la Unión Europea y "el tratamiento que ésta da en sus políticas al Golfo de Cádiz, del que no tiene en cuenta sus aspectos diferenciales". Un asunto "por el que estamos luchando ya que aquí tenemos nuestra propia forma de pescar, nuestro recurso es distinto y, por tanto, debería existir ese segmento diferencial de la pesquería del Golfo de Cádiz, como sucede en otros puntos de la UE".

Pelayo Malvárez y Pelayo Jiménez: pasado, presente y futuro de la pesca onubense

Con tan sólo 12 años subastó y vendió su primer barco de pescado, un buque de Pedro Pelayo que había entrado en el Puerto de Huelva con las bodegas repletas. Cuando su padre lo intentó impedir, al no fiarse de que lo hiciese bien por su corta edad, fue el propio Pedro Pelayo quien le dijo que lo dejara, que no se preocupase, y que si el niño se equivocaba la responsabilidad sería exclusivamente del propio armador. Al día siguiente ya le tenía preparado otro barco para que lo vendiese. Así comenzó la historia de Bernardo Pelayo Malvarez que ahora, a sus 81 años y jubilado, ve cómo su hijo, Bernardo Pelayo Jiménez (41 años) prosigue el mismo camino de una familia que, procedente de tierras adentro, de la localidad sevillana de Aznalcázar, forma parte de la historia, la pasada, la presente y la futura, de la pesca en la provincia de Huelva.

Han sido muchos años viviendo en primera persona el florecimiento de la industria pesquera en Huelva, que asegura alcanzó su cenit en 1992. Ha sido actor -en muchos casos, con el papel protagonista- de las principales empresas que han nacido, crecido y, en la mayoría de los casos, desaparecido  en este sector en nuestra provincia. En 1961 abandonó el negocio familiar de Pedro Pelayo para convertir en San Juan del Puerto una vieja bodega en un saladero de pescado. Todos le tildaron de loco. Pero creyó firmemente en la idea. "Los escogedores de gambas cobraban entonces mucho y para abaratar costes enseñé a 50 mujeres del campo" recuerda. Después de unos años se trasladó definitivamente a Huelva, donde trabajó con Gabrielitos y Álvarez Entrena. Posteriormente se asoció con Mariscos de Huelva y más tarde con Jaime Rodríguez, de Mariscos Rodríguez, y con su distribuidora Dimarosa. Tras dejarla constituyeron Bernardo Pelayo y, más tarde, Dimapeix, con José Peix. Ahora regenta Distribumar, netamente familiar

Mariano García y su apuesta por la unidad

El puerto de Isla Cristina es puntero en pescado fresco. Sólo en 2012 se vendieron en su lonja 9.083.400 kilos de pescado y marisco, por un valor de 26.777.834 euros. Su flota también es una de las más grandes de sus características en Andalucía, compuesta por unas 140 embarcaciones: 80 de arrastre, 20 de cerco y 40 dedicadas a la captura de la chirla. Mariano García, que lleva 22 de sus 51 años ejerciendo como patrón mayor de la Cofradía y conoce las necesidades de los marineros y de la industria pesquera en tierra, sabe que "se necesitan, aún siendo muy diferentes". Por ello, una vez al frente de la cofradía isleña, su principal propósito, alcanzado en 1999, fue unir a la Asociación de Armadores y a la Cofradía de Pescadores de la localidad para hacerse cargo de forma conjunta de la gestión y comercialización, antes en manos del Ayuntamiento, tarea "difícil" pero que ha "dado sus frutos".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios