Huelva

Cuando se abrió, el AVE no estaba allí

  • Expectación por ver la entrada del primer tren en la terminal, un Media Distancia llegado de Sevilla 9 minutos tarde

  • El público presente en los andenes echa en falta la Alta Velocidad

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", escribió Augusto Monterroso. La referencia al microrrelato más famoso de la lengua española surgió ayer con naturalidad y con un halo de decepción entre quienes vieron en la apertura de la nueva estación de Huelva el fin del sueño de que un día lleguen trenes AVE. Así de categórico, con la rotundidad del desengaño compartido por muchos de los que asistieron a ese "histórico momento", ese paso adelante visto por más de uno, pesimistas, como paso atrás en la provincia. "Falta el AVE. Es una pena que no vaya a llegar para traer más turistas de Europa", apuntaba Victoriano. "Llega, pero a Sevilla, y la gente se queda allí", le replicaba Francisco. "Esto va poquito a poco; demasiado poquito a poco. No lo veremos nosotros y tampoco, seguramente, nuestros hijos".

No había sol ayer por la mañana pero sí bochorno en un páramo de tierra removida por el que se improvisó un camino hormigonado para peatones. En julio de 2015 el calor apretaba durante la visita que hizo a las obras de la estación el secretario de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, Julio Gomez-Pomar. Le acompañaron allí representantes locales del partido en el Gobierno, alegres y felices todos por el anuncio de que el proyecto estaría ejecutado "antes de que acabe el año 2016", añadido el compromiso de reducir a 45 minutos el tratrayecto de Sevilla, y a 3 horas el de Madrid. Tan celebrada era la visita que se tuvo el detalle de obsequiar a invitados y periodistas con un sombrero de paja para cubrirse del solano. Pero ayer no hubo sombrero. Ni comitiva. Ni siquiera convocatoria para una inauguración que era esperada para la celebración y que ha acabado postergada sine díe, si es que la hubiere. El único motivo para estar allí a esa hora se encontraba en la propia web de Renfe: la llegada del tren Media Distancia de Sevilla, prevista a las 11:38.

Diego Martín es el primer maquinista en la nueva estación y fue el último en la antigua

"Hemos venido por curiosidad, claro. Nos enteramos que hoy [por ayer] se abría y hemos querido ver cómo era", contaba un vecino de El Matadero.

De aquella visita del arquitecto Santiago Calatrava a Huelva en diciembre de 2007 con aquel rascacielos de 353 metros rebuscado de sus proyectos perdidos para las marismas de El Titán queda un recuerdo del juego del despropósito, reconvertido después en arma arrojadiza política. Las pretensiones se rebajaron con un concurso reglado del que salió ganador en marzo de 2011 un espectacular proyecto de Rafael de La-Hoz, de una estación de verdad, de maqueta expuesta en la entonces Subdelegación socialista. Pero entre la realidad de una crisis machacona que ya no dejaba margen para alardes arquitectónicos, la entrada en el Gobierno de la austeridad con Rajoy, más la condición de cenicienta sumisa de Huelva, los años han pasado en Las Metas hasta llegar a un terminal, modesto y funcional, abierto ayer al público casi con nocturnidad: sin anuncio previo efectivo a la población, sin visitas políticas, como las muchas que hubo antes, y sin inauguración ni corte de cinta ni banda de música ni nada.

A ningún cargo público se le vio por allí, salvo al secretario general del Partido Popular onubense, David Toscano; el portavoz de la Dirección Provincial del PP, Juan Carlos Duarte; y al asesor del Grupo Municipal popular, Wenceslao Font, llegados "para curiosear", como tantos onubenses con tiempo libre, jubilados a la cabeza.

"Aquí hay mucho por hacer todavía. Hay gente trabajando y parece que se han corrido mucho para abrir. Todavía tienen que tirar el muro y preparar los accesos", opinaba Isabel, miembro de ese subgrupo jubileta, indispensable en la valoración de estos acontecimientos. "A mí me parece muy bien cómo ha quedado. El PSOE ha mentido diciendo que esto es un apeadero. Hay cuatro vías y nos sobra. Aquí cabe la catedral de Colonia", decía Antonio, sentado en uno de los bancos del andén 3.

No apareció esta vez nadie que exclamara al entrar esa sentencia choquera tan habitual ante lo novedoso: "¡No parece Huelva!". Y Paco decía conformista: "Está bonita para lo que teníamos. Por lo menos es mejor que la otra".

La hora de entrada de ese primer tren en la estación se acercaba. Crecía la atención. Cada vez más público caminaba entre andenes, los recorría a lo largo y no paraba de hacer fotografías de cualquier ángulo posible. "Son para mis hijos, que viven fuera por trabajo, para que la vean", confesaba Conchi mientras enfocaba las vías en la pantalla de su móvil.

En esa concurrida entrada a las instalaciones, media hora antes, un hombre le aventuraba con sorna a su esposa: "Como venga el tren con retraso, nos vamos a hartar de reír". Y ese temor se intuía también en el personal, entre los responsables de la estación, de Adif y de las obras, pendientes de todo.

La gente comentaba en el interior la falta de servicios: sin bar y sin tiendas, casi sin accesos, y con una empresa de alquiler de automóviles haciendo malabares para no fallar en la transición. Fuera, en los andenes, el tiempo añadido empezó a contar mientras la megafonía y los luminosos de los andenes fallaban en el intento y dejaban para la sorpresa la vía en la que pararía. Al final fue en la 5, a las 11:47, donde se detuvo el convoy de Sevilla, provocando un revuelo bullicioso en la estación y los incontenibles aplausos para dar la bienvenida.

"No sabíamos que estrenábamos hoy la estación de Huelva. Algo nos han dicho en Sevilla pero no teníamos ni idea", comentaban José Manuel, Lourdes y Nines, llegados en viaje de trabajo desde Madrid, vía capital sevillana: "No teníamos más combinaciones. Sí vendría bien tener más opciones directas con Huelva".

Aunque quien primero bajó del coche fue un compañero de este periódico, Manuel Cartes, sanjuanero y pasajero habitual en el trayecto más corto, que no quiso pasar por alto la ocasión: "Quería ser el primero porque esto es histórico", aseguró ante los micros.

"Ha sido un poco especial porque llevábamos mucho tiempo soñando con esta estación", confesó aún sin bajar, desde su ventanilla, el maquinista Diego Martín, onubense con más de 20 años de servicio y conductor también del último tren que llegó el domingo pasado a la ya antigua estación de la Avenida de Italia.

Y esa curiosidad que desencadenó fotos y vídeos distribuidos por las redes sociales acabó disipándose minutos después. Lo dijo también el maquinista: "Hoy hay mucha gente esperando, mañana seguramente no haya nadie".

Diego y Josefa paseaban tranquilos entonces: "Es amplia y moderna. Está bien para esta ciudad, porque el AVE parece descartado. Sólo haría falta que los trenes fueran un poco más deprisa".

Más crítico era Alonso en la parada de taxis, esa en la que sólo tienen 11 plazas donde antes tenían 20. "Mejor que la otra era cualquier cosa. Y han hecho eso, cualquier cosa. Y eso que la estación es secundaria. Esto es un engaño".

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