War Room

Leer sin mirar el papel

  • Buscar la naturalidad al dirigirse a un auditorio y no perder el hilo de lo que se quiere transmitir están entre las justificaciones para la utilización generalizada del ‘teleprompter’

War Room: Leer sin mirar el papel

El poder maneja la comunicación pública, ya sea en dictadura o en democracia, y se vale de determinados instrumentos para conectar con sus públicos. Desde el papiro a internet, cada época ha tenido sus herramientas y canales. El teleprompter no es nuevo, si bien el tiempo lo ha convertido en una referencia en los discursos políticos. Obama no se desprendía del prompter, y aunque alguna vez le jugara una mala pasada, una parte de su maestría como comunicador se la debe a este artilugio que, además de innovación, proporciona profesionalidad.

El teleprompter comparte raíz con el latín impromptus (sin preparación). Consiste en dos mástiles de aproximadamente metro y medio rematados por cristales transparentes inclinados, cada vez más finos e invisibles a ojos de los espectadores. Se colocan a ambos lados del orador y forman con él un triángulo equilátero. En esos cristales aparece reflejado el discurso que la persona en cuestión esté pronunciando, gracias a una pantalla que se coloca debajo, y que es manejado por un técnico a través de un ordenador o un pedal, cambiando al texto a una velocidad cómoda para la lectura.

El resultado es espectacular. El orador no tiene necesidad de mirar al papel y mantiene en todo momento la conexión visual con su audiencia, permitiéndole un mejor dominio tanto de las palabras como del lenguaje no verbal. Transmite naturalidad y un profundo conocimiento del tema.

Esta herramienta es habitual entre los periodistas en la televisión, si bien cada vez es más utilizada entre los políticos, ya que les resulta muy útil para mejorar su comunicación política y parecer mejores oradores de lo que en realidad son. El uso del teleprompter no sólo no quita valor a lo que se intenta transmitir, sino que, por el contrario, permite que no se olvide ninguno de los puntos importantes.

El expresidente Barack Obama es uno de los que más ha utilizado la ayuda del teleprompter. El expresidente Barack Obama es uno de los que más ha utilizado la ayuda del teleprompter.

El expresidente Barack Obama es uno de los que más ha utilizado la ayuda del teleprompter.

En 1963 entró por primera vez un teleprompter en la Casa Blanca y desde hace décadas es una herramienta habitual para los políticos de Estados Unidos. Tiene sus orígenes en los apuntadores del teatro que dictaban el texto a los actores en caso de pérdida de memoria y, posteriormente, en los autocues o cues de televisión, un mecanismo situado frente al objetivo de la cámara que proyecta las noticias que el presentador va leyendo. En realidad, el primer uso no fue en los informativos, sino en los culebrones americanos, los denominados soap operas. Al principio eran muy rudimentarios, una hoja enrollable colocada cerca de la cámara y que una persona iba pasando manualmente, hasta que en los años 80 comienzan a aparecer los primeros sistemas controlados por un ordenador.

Ensayo previo

El hecho de recurrir al prompter no significa que el orador no deba conocer el texto con antelación. Si previamente está familiarizado con el discurso, parecerá que habla con fluidez y podrá interpretarlo mejor, sonando natural. Bien utilizado, proporciona tranquilidad, dominio escénico, una apropiada entonación y el manejo de las pausas. Como resultado, el orador parece que improvisa, cuando en realidad está leyendo un texto.

El secreto de una buena utilización del teleprompter es, además del trabajo previo de ensayo y preparación, el ritmo. Cada persona debe leer a su propio ritmo, de tal manera que el operador es el que se tiene que ajustar a él, y no al contrario. Se trata de ser natural y de hablar con fluidez, no de leer un texto.

Uno de los mejores oradores que ha dado la política, Barack Obama, siempre utilizaba el teleprompter en sus discursos e incluso se le llegó a acusar de teleprompter-dependiente o de ser incapaz de pronunciar un discurso sin esta herramienta.

Su uso se está extendiendo a otros ámbitos, como el de la empresa, y en actos donde se entregan premios y se realizan homenajes. En estos casos, el orador ha de estar preparado para afrontar cualquier eventualidad. Precisamente en la entrega de los premios Príncipe de Asturias de 2013, tuvo lugar un momento embarazoso debido a un fallo en el teleprompter que proyectaba el discurso del entonces príncipe Felipe. La pantalla se fue a negro y se vio obligado a interrumpir su discurso durante 30 interminables segundos hasta que un ayudante le ofreció una copia en papel para que continuara su alocución.

Los mejores discursos formales y solemnes se leen. La persona que lee el discurso pasa el 85% del tiempo mirando hacia abajo. Precisamente el teleprompter existe, en opinión del experto Luis Arroyo, para no tener que mirar de esa manera “penosa” el papel. “Leer con un prompter cambia por completo la experiencia de la lectura, primero para quien ofrece el discurso, pero, sobre todo, mucho más aún para la audiencia que lo recibe”, asegura.

Barack Obama es uno de los principales usuarios del teleprompter. Barack Obama es uno de los principales usuarios del teleprompter.

Barack Obama es uno de los principales usuarios del teleprompter.

Arroyo ofrece seis sencillos consejos para que, una vez que se consigue prescindir del papel, el discurso pueda parecer verdaderamente memorable: “ponle música con buena velocidad y buena entonación; permite que tus manos también hablen; establece contacto visual con el público; empieza de manera que sorprendas, que captes la atención; utiliza técnicas milenarias como el contraste, la repetición o las listas de tres; y, fundamental, utiliza historias. Los conceptos se escapan, pero las historias se quedan”.

No siempre el teleprompter tiene buena aceptación. Hay quienes creen que es una señal de debilidad o de falta de competencias por tener que apoyarse en una herramienta de estas características para leer el mensaje. Otros detractores lo consideran que afecta de manera negativa a la marca personal porque puede suponer un obstáculo para desarrollar la capacidad oratoria.

No obstante, el ámbito de la consultoría política defiende en líneas generales su uso por lo mucho que mejora la intervención del orador. Una de las personas más familiarizadas con el discurso político es Robert Schlesinger, autor del libro White House Ghosts: Presidents and Their Speechwriters en el que examina el papel de los escritores de discursos presidenciales de EEUU. Schlesinger respalda el uso del teleprompter por considerarlo una herramienta útil para el político, no sustancialmente distinto a una hoja de papel, al atril o a un micrófono.

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