Historia menuda

Joaquín Manzano, traumatólogo y cirujano

  • Joaquín Manzano Flores nació en 1924 y fue el primer traumatólogo y cirujano ortopédico que tuvo Huelva l Cuando llegó al Hospital se quedó al lado del doctor Félix Sans de Frutos

JOAQUIN Manzano Flores vio la luz primera el 16 de mayo de 1924, en una casita que se alineaba en la calle Rábida, exactamente frente a la iglesia de la Milagrosa. Su padre tenía, junto con su tío Santiago, una sociedad con barcos de pesca, pero avatares de la diosa Fortuna hicieron que la empresa naufragara. Sus primeras letras y números los aprendió en un colegio que existía donde más tarde se situó la farmacia de Pedro Garrido Perelló, en la calle Vázquez López. Más tarde ingresó en la Escuela Francesa, en la que vio desfilar como directoras a Madame Lespland e Ivonne Cazenave. Entre sus maestros, los que ejercieron mayor influencia sobre su personalidad e inclinación hipocrática fueron doña Carmen y don Genaro… Después el Instituto de Bachillerato 'La Rábida' lo acogió como alumno y en este centro señero hizo séptimo y después reválida. En este punto debemos aclarar una circunstancia. Él no podía ingresar en la Facultad, pero aprobó un examen extraordinario y en Madrid lo aceptaron como estudiante de 1º de Medicina. Para ello tuvo que elevar una instancia al Ministro de Educación y que éste condescendiera a que estudiara por el Plan Antiguo. En el futuro tendría que hacer los exámenes orales, ya que los realizaba junto con los repetidores. Ese fue el motivo por el que tuviera que superar siete años de carrera.

Los primeros años de Medicina los realizó en Sevilla y fueron para él muy gratos y, además, grandemente instructivos. En aquellas calendas si bien los había, no se estilaban los colegios universitarios y se hospedó en la cómoda y espaciosa Pensión 'Vitorina', sita en la calle San Eloy. Desde el balcón de su habitación veía perfectamente 'La Campana' y advertía como Sevilla empezaba a ser más callejera por aquel tiempo que en los anteriores. Pero, de manera inesperada, los idus cambiarían su vida. Así, su hermana comenzó la carrera de Farmacia y como en Sevilla sólo se estudiaban las asignaturas complementarias, se marchó a Granada. Y sus padres le dijeron: "¿Por qué nos os vais juntos?" Hizo su traslado de matrícula a Granada y en esta bella ciudad terminó su carrera. Corría el año de gracia de 1950… De inmediato hace las Milicias Universitarias, e iba andando al Cuartel, situado en el puerto de Huelva, donde se albergaba el Regimiento de Granada, número 34. Un día que marchaba a paso apresurado con sable, botas y un inmenso calor, vio pasar al coche de caballos que poseía el Regimiento que llevaba a varios jefes que al verlo le dijeron: ¡Alférez, alférez, que nos trasladamos al nuevo cuartel del Carmen, suba al coche! En este sentido, él inauguró, con aquellos superiores, el citado cuartel.

Tras las Milicias le propuso a su padre ir a Madrid para hacer la especialidad médica. Llegó a Madrid e hizo la especialidad con Rafael Tuyo, prestigioso médico que se dedicaba al corazón. Y sucedía que don Rafael tenía mucha amistad con su tío, el exquisito poeta Xandro Valerio y éste le pidió al galeno que ayudara a su sobrino. Y él fue quien rompió lanzas para que entrara en la Cruz Roja. Habló con la Duquesa de la Victoria que le presentó a Víctor Manuel Nogueras, jefe de Cirugía del citado Organismo y éste lo admitió en su servicio y allí hizo las primeras prácticas de cirujano. Un día leyó en la Facultad de Medicina de Madrid que había un curso para la especialización en Traumatología y Cirugía Ortopédica por la que siempre había tenido natural inclinación. Decidido, se matriculó.

Era una época en la que el profesor Francisco Martín Lagos había introducido por primera vez en España la especialidad de Traumatología y Cirugía Ortopédica, desgajándola de la Cirugía Esmerada. Este eminente doctor le propuso al general Franco la organización del mencionado curso. Accedió el militar poniendo como condición que tres plazas fuesen para médicos hispanoamericanos. Y así sucedió, entraron dos galenos españoles y tres de la ultramar hispana. En ese sentido, su curso fue la segunda promoción, por lo que, a nivel nacional, don Rafael es de los pioneros en esta disciplina médica. El 15 de junio de 1952 se expedía su título que fue inscrito en el Colegio Oficial de Médicos como el primero en Traumatología y Cirugía Ortopédica que existe en la provincia de Huelva, tanto es así, que varios compañeros médicos le preguntaron que en qué consistía realmente esa especialidad. Cuando ya la Seguridad Social había establecido esa especialidad, pero oficialmente no se daba enseñanza nada más que en Madrid y la técnica apenas era conocida, varios galenos, alumnos de don Francisco, clamaron por su adopción como fue el caso del Dr. Gomar que comenzó a impartirla en la Universidad de Valencia. Poco después, su escuela también pudo despachar el título de Traumatología y Cirugía Ortopédica a los alumnos que superaban las pruebas.

Una vez en su patria chica se encontró con que la única opción para coger práctica era el Hospital. En verdad, la Seguridad Social estaba en pañales: Estaba la Obra '18 de Julio', la Clínica Mackay-Macdonald y en la especialidad traumatológica Emilio Haya (de gran capacidad laboral, ya que hacía todas las urgencias quirúrgicas del Seguro), pero embarcados todos en Cirugía General. Pues bien, cuando Rafael Manzano llegó al Hospital Provincial se encontró a Félix Sans de Frutos que ya había escuchado que traía una nueva especialidad y le dijo que se fuera con él, ya que así él podría aprender muchas de las técnicas nuevas. Y al lado de don Félix se quedó.

Entonces surgieron unas plazas para entrar como médico de la Beneficencia Provincial que él las pretendía porque su consecución se hacía mediante dos accesos: Por méritos propios y por oposición libre. Y como él era el único médico que poseía el título de Traumatología y Cirugía Ortopédica habló con dos grandes dioses de la Cirugía huelvana (Francisco Vázquez Limón y Félix Sans de Frutos) y tras muchos esfuerzos consiguió que admitieran que hacía falta Traumatología y Cirugía Ortopédica, Cirugía Vascular y Cirugía Plástica y Reparadora que hasta aquel instante hacían Rafael Manzano, Juan Galiana, Manuel Font y Luis Seiquer. Crearon las plazas, de manera no oficial, y los citados cirujanos comenzaron a ejercer en el Hospital. Se hicieron oficiales con la convocatoria de un concurso-oposición y ganaron las plazas de Médico de Entrada de la Beneficencia Provincial los cuatro médicos siendo la primera vez que en Huelva se contaba con tales especialidades.

A partir de aquel instante el Hospital adquirió un prestigio inusitado gracias a la eficacia de los cuatro cirujanos, que, por aquello de llevar perfectamente los turnos de guardia, le asignaron dos médicos más (Francisco Sánchez Álvarez y Rafael Sancho D'Herbe).

Para exponer los datos que tenemos de don Rafael necesitaríamos varias páginas más de este hospitalario diario. Así, con celeridad añadamos que él tenía su plaza en la Seguridad Social como jefe clínico (tras ganar unas difíciles pruebas de Aptitud en la que participaron los médicos interinos), plaza obtenida cuando comenzaba a hablarse de Soul Stime ("Todo el tiempo dedicado a la Seguridad Social"). Surgen las oposiciones con plaza de Traumatología en Huelva que obtiene un médico valenciano y, al morir a renglón seguido éste, consiguiéndola por concurso Pedro Azcárate Montiel, de magnífica formación.

A lo largo de décadas el bisturí prodigioso de Joaquín Manzano salvó muchas vidas. Entre las muchas operaciones que tuvieron eco citemos sólo una, la intervención que realizó en la señora del Sr. Moreno, ilustre abogado huelvano, de una fractura de cadera, en la que le hizo un enclavamiento, técnica inusual en nuestra ciudad, con el clavo 'Smit Petersen'.

Después de tantas operaciones quirúrgicas, dejemos que entre en esta biografía Cupido con su carcaja de saetas amorosas. Acerquémonos y asistamos a una simpática escena: El alférez de complemento Rafael Manzano ha formando una Compañía que se sitúa delante del antiguo edificio de Hacienda y están esperando que les den la orden para ponerse en marcha. De improviso ve que la muchacha que él pretendía, María Rosa Gómez Orta, baja la cuesta de la iglesia de los jesuitas con dos amigas. Cuando ellas pasan por su lado da la orden: ¡Atención, firmes!, pone firme a la cohorte y él saluda militarmente a estas tres chiquillas que se azoran y pasan corriendo. A partir de aquel instante sus dos corazones se fueron complementando de tal manera que contrajeron matrimonio en el Santuario de la Cinta el 12 de octubre de 1957. De esta unión han nacido María del Carmen, Fernando y José Manuel.

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