Un episodio en la vida de un chatarrero. Drama, Bos/Fran/Eslov/Ital, 2013, 74 min. Dirección: Denis Tanovic. Intérpretes: Semsa Mujic, Sandra Mujic, Senada Alimanovic, Nazif Mujic.

Cineasta transformista y marxista -a Groucho nos referimos-, de Tanovic no cabía esperar demasiado (aún se recuerda aquel espanto titulado Triage, también en el SEFF) y temblábamos tras la generosa pedrea recibida en Berlín. Pero podría haber sido peor, Un episodio en la vida de un chatarrero no es más que una película terriblemente vieja, facilona y sin el menor interés. Arranca con algún que otro plano intenso, con el inefable reflejo de esa alegría vertiginosa que detentan los desposeídos (ésa que tanto conmocionaba a Pasolini), pero el guión impuesto no tarda en encauzar el problemático exceso, pues se trata aquí de sufrir un poco y de regar las flores de la mala conciencia.

A Denis Tanovic, hoy en la piel del realizador seudoneorrealista que sigue a sus criaturas pretendiendo transmitir la pesadumbre que los sitia y condena (mañana Dios dirá), no le importa demasiado dónde empezar y acabar los planos, lo que se nota con dolor cuando coquetea, siquiera ligeramente, con la duración: lo que cuesta serrar un árbol, lo que se tarda en subir una escalera o desguazar un coche (digamos, por resumir, lo que enseñó la secuencia de la cocina en Umberto D.). Él se cansa rápido y cambia de plano, pues tampoco se trata de sacar al espectador del asunto, o enfrentarlo a la irremediable belleza del cine como arte del movimiento y del tiempo.

Un episodio en la vida de un chatarrero termina concretando sus esfuerzos en transmitir el mensaje de la existencia de solidaridad entre los desfavorecidos. Y esto no hace sino potenciar sus carencias, ya que no son pocos (citemos a vuela pluma a Kaurismäki o a Costa) los que han clavado ese clavo desde posturas ético-estéticas deslumbrantes. Tanovic, en cambio, se apunta a esto como el que lo hace a la moda juvenil.