Crítica 'Mia madre'

Los brazos caídos

Mia madre. seLECCIÓN EFA. Drama, Itali/Fran. 2015, 106 min. Dirección: Nanni Moretti. Intérpretes: Margherita Buy, John Turturro, Giulia Lazzarini, Nanni Moretti.

De este último Moretti, "un Moretti de los serios" -siempre mejor que un Allen pesimista-, se podría salvar ese tema de la herencia que lo vertebra de manera polisémica. Es decir, lo que queda de lo que alguien fue, o lo que alguien nos deja; estructura primera, como decimos, de esta MiaMadre, donde dos hermanos responden de distinta manera al lento adiós de la madre.

A la muerte traumática que mueve al silencio y al retraimiento (La habitación del hijo) le sucede aquí una especie de pre-duelo que ofrece tiempo, tiempo sobre todo para hablar -o sea, para malentenderse bastante- y para verse asaltado por sueños, delirios y otras señales imaginarias que rodean a todo paso crucial por lo real. También para comprender la dimensión de una vida y la importancia de lo que se lega, aspecto que se refuerza con la presencia de un Moretti que cede el protagonismo (y la condición de álter ego) a su hermana cineasta, aquí encargada de encarnar, en clave ya amortiguada y melancólica, las insalvables barreras de comunicación que nos aislan social e individualmente, en la familia o en el trabajo. Un cortocircuito que el veterano Moretti parece haber asumido o contra el que no tiene más fuerzas para luchar, y que, con una explícita didáctica, pone a la vista de todos, por si alguien se atreve a asumirlo.

Así, esa enseñanza básica que la directora no se cansa de intentar transmitir durante toda la película, la de que el actor es una presencia además de un intérprete, se une a los otros lamentos de esta reconocible "pedagogía morettiana", la misma que fue feroz y divertida en Sueños de oro, que aquí a veces se remeda, y que se resumía y concentraba en aquel "las palabras son importantes" que Moretti le espetaba a la periodista en la gran cumbre de su cine, Palombella rossa.

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