Como muchos otros, Nicolas Roeg se hizo de un nombre en la industria cinematográfica como director de fotografía, trabajando para Lester, Schlesinger o Truffaut. Su debut, junto a Cammell, en Performance, una cinta puesta en pié únicamente para lanzar la carrera cinematográfica de Mick Jagger, constituyó una sorpresa que excedió ampliamente su condición de encargo, y que ya mostraba uno de sus temas predilectos: la irrupción de personajes extraños en un universo decadente que jamás llegarán a comprender.
Fue precisamente esa atracción de Roeg por los mundos distorsionados en los que sus protagonistas deambulan envueltos en ambientes turbios y venenosos, lo que ha terminado marcando sus mejores obras (Amenaza en la sombra, que sigue siendo su obra maestra, o Walkabout) de un realizador desigual, pero a menudo audaz, y con un punto de vista original que supo compartir siempre con sus espectadores.
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