Rafael Guzmán. Experto en longevidad, nutrición y psiconeuroinmunología

"Reducir una sola hora de sueño ya tiene un impacto muy negativo en la salud"

Rafael Guzmán.

Rafael Guzmán. / José Ángel García

Rafael Guzmán es experto en longevidad, en psiconeuroinmunología clínica y en nutrición y en su último libro Tu cuerpo, tu hogar da las claves para mejorar la salud de hoy y, por tanto, la de mañana. Un manual en el que su autor se revuelve contra el pensamiento de la mala suerte, la herencia genética o que los hábitos de nuestro día a día no influyen en nuestro desarrollo y con el que pretende enseñar a escuchar al cuerpo y respetarlo, haciendo ver todo lo contrario, es decir, que son los hábitos los que verdaderamente determinan la salud del ser humano y que pueden modificar la expresión de nuestros genes para prevenir enfermedades.

- El libro manda mensajes muy directos, algunos ya desde su propio título. ¿La longevidad depende de uno mismo? ¿Qué quiere transmitir al lector desde la propia portada?

- Quiero hacerle partícipe de que la salud y la longevidad no tenemos que delegarla ni en fármacos, ni en  tratamientos, ni en un sistema de salud, ni en nada. La responsabilidad cae total y absolutamente en cada uno de nosotros. Con nuestros hábitos estamos modulando la expresión de los genes, es decir, apagando y encendiéndolos continuamente, y eso va a determinar nuestro estado de salud y nuestra longevidad y también los de nuestros hijos, porque esas marcas genéticas que se generan con los hábitos de vida son heredables.

- Ya en el interior de su libro habla de hábitos y genética. ¿Qué impacto tienen los unos en la otra?

- La genética constituye en torno al 5 ó 10% de la causa primaria de las enfermedades. Es decir, todo es consecuencia del impacto de nuestro organismo con nuestro entorno y, no solamente estoy hablando del aire que respiramos o en la ciudad donde vivimos, también de nuestro propio cuerpo, de cuántas sustancias tóxicas hay o se generan en nuestro organismo, de como funciona nuestro microbioma o qué pensamientos o emociones tenemos.

- Lo fácil cuando hablamos de malos hábitos es pensar en fumar o beber alcohol, en su libro plantea ir mucho más allá...

- Exacto. Yo no me centro en los hábitos que están en la calle, por decirlo de alguna manera. Me centro en aquellos hábitos de vida, sutiles, es decir, aquellos que no somos tan conscientes que tenemos, pero que tienen también un impacto muy negativo sobre nuestra salud y sobre la expresión de nuestros genes. Ahí estamos incluyendo, por ejemplo, el déficit de las horas de sueño. Simplemente el reducir una hora el sueño ya tiene un impacto muy negativo. También me refiero a qué ocurre cuando no nos exponemos al sol o cuando no estamos en contacto con la naturaleza o hacemos actividades diurnas una vez que se ha ido el sol. También al impacto de dormir con el teléfono móvil en la mesilla o no apagar el router por la noche. Son multitud de patrones de conducta que impactan muy negativamente sobre nosotros y que no somos conscientes, pero que nos están llevando a los hospitales de una manera tan fuerte como el tabaco o más.

- En una escala de hábitos. ¿Cuál diría que es el mejor para alcanzar la mayor longevidad?

- Sin lugar a dudas pondría en el pódium el de respetar las horas de sueño nocturno. No me vale el sueño que hacemos en la siesta o levantarnos a las 12 de la mañana. Bajar de siete horas de sueño nocturno en el adulto es condenarlo a mermar su esperanza de vida o su calidad de vida o a enfermar.

"El uso de dispositivos móviles en el dormitorio es uno de los grandes demonios de la sociedad"

- ¿Qué nos lleva a dormir mal?

- Hay varias cosas que nos generan insomnio, pero el primer motivo quizás sea la exposición a la luz artificial, es decir, el alargar el día con la luz artificial. El uso de dispositivos móviles en el dormitorio es uno de los grandes demonios que tenemos hoy día en nuestra sociedad. También la temperatura de nuestro dormitorio influye, que debe de estar en torno a los 18 grados o por debajo, lo que facilita la producción de melatonina y por tanto de sueño; o la ventilación del dormitorio porque una determinada cantidad de dióxido de carbono también interrumpe el sueño. Otros factores a tener en cuenta son el déficit de algunos micronutrientes como por ejemplo el magnesio o la vitamina B6 o un aminoácido que se llama triptófano, el hacer actividad deportiva cercana a la hora de irse a dormir, el cenar tarde y, por supuesto, el estrés crónico

- Hablemos ahora del sol. ¿Cuál es el papel de la exposición solar en ese mismo objetivo?

- El tema del sol es un tema bastante conflictivo. Yo le doy mis argumentos y mis razonamientos después de muñoz años estudiándolo. Y es que, si pasamos mucho tiempo protegidos del sol nuestra piel no tiene el protector natural al mismo que es la melanina y, además, dejamos de producir una proteína que se llama filagrina que lo que hace es darle fortaleza a la piel y protegerla. El problema está en cómo nos expones al sol, es decir, si tenemos una alimentación inadecuada, carente, sobre todo, de ácidos grasos, de la familia omega 3, que son los que tapizan nuestras capas dérmicas, y tenemos carencia de algún micronutriente importante como puede ser el ácido fólico, entonces nos estamos exponiendo totalmente desprotegidos y ese sol sí nos va a hacer daño. Yo siempre digo que si el sol fuese tan malo el ser humano no hubiese llegado adonde está porque hemos vivido expuestos al sol durante 200.000 años y llevamos huyendo del mismo en torno a unos cien y casualmente desde entonces la enfermedades han ido creciendo exponencialmente. 

"Hemos vivido expuestos al sol 200.000 años y desde que huimos de él las enfermedades han ido creciendo exponencialmente"

- También invita al lector a huir de la excusa de la mala suerte a la hora de afrontar determinadas enfermedades. ¿Está el ser humano demasiado acostumbrado a buscar culpables fuera y no mirar las consecuencias de su actos en sí mismo?

- El achacar el daño a la mala suerte o a una herencia familiar, por ejemplo, es la respuesta más cómoda a preguntas sobre la salud de uno mismo. Pero aquí la clave está en que todos los seres humanos tenemos genes que están dañados, los heredamos, y, si se expresan, dan lugar a enfermedades de todo tipo, desde tumores a patologías autoinmunes. Sin embargo, nuestro cuerpo tiene sistemas para silenciar esos genes dañados pero la adopción de ciertos hábitos dañinos y tóxicos hacen que se pierdan y ahí es donde se expresan esos daños. La genética nos predispone, pero no nos condena, son los hábitos los que sí aprietan el gatillo.

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