No es habitual que en un mundo en el que los reconocimientos suelen hacerse de forma póstuma una bicampeona del mundo pueda jugar un Campeonato de Europa en un Palacio de Deportes que lleve su nombre. Era la primera vez que Carolina Marín agarraba la raqueta para competir al más alto nivel en Huelva desde su marcha del IES La Orden y la expectación fue tan alta que fueron más de dos mil quinientos los aficionados al deporte que comparecieron en el encuentro. Desde algunos minutos antes ya se fue llenando el graderío, que no llegó a tiempo para poder insuflar el aire suficiente a Pablo Abián, que se tuvo que despedir en medio de una sonora ovación de la que ya puede considerarse su segunda casa. Cuando Carolina Marín saltó a la pista ya la imagen que presentaba el Palacio era similar a las de las mejores citas baloncestísticas de la ciudad.

La volantista onubense prácticamente fue la que mantuvo al público enchufado durante todo el choque, pero cuando Batomene quiso reducir las distancias fue Huelva la que llevó en volandas a la reina del bádminton. La comunión fue perfecta y parece que lo mejor aún está por llegar.