Magnum in parvo | Crítica

Relámpago y proeza

  • Alianza publica 'Magnum in parvo', obra malograda del Nietzsche último, que el historiador Joaquín Riera Ginestra reconstruye y anota con minuciosidad y abundancia

Imagen de Friedrich Nietzsche ya convaleciente (Röcken, 1844-Weimar, 1900)

Imagen de Friedrich Nietzsche ya convaleciente (Röcken, 1844-Weimar, 1900)

Magnum in parvo es una obra concebida por Nietzshe en el verano de 1888 como síntesis de toda su filosofía, pero cuya conclusión se vería malograda poco después, al escindirla inesperadamente en dos ensayos: El crepúsculo de los ídolos y El Anticristo. El propio Magnum in parvo. Una filosofía en compendio, era ya un resumen de su proyecto La voluntad de poder; proyecto que tampoco se llevó a cabo, puesto que el filósofo pronto se abismaría en sus dolencias mentales. Magnum in parvo es, pues, la reconstrucción minuciosa de aquella obra inicial, fragmentada por razones que quizá no fueran ajenas a su posterior convalecencia, y cuyo declive -el del filósofo-, el lector puede seguir en la obra testimonial de su amigo Franz Overbeck, por la que conocemos los desfayecimientos y temores de una de las grandes inteligencias del XIX.

Nietzsche aspiraba a una remoción total de la filosofía, de Sócrates a Schopenhauer

Esta reconstrucción, llevada a cabo por el historiador Joaquín Riera Ginestar, viene acompañada de una abundantísima anotación, desplazada al final del volumen, y en la que el lector curioso encontrará una cumplida datación y aclaración del texto. Un texto, como es común en Nietzsche, escandido en piezas breves y aforismos, que aspiraba a una remoción total de la filosofía, de Sócrates a Schopenhauer, así como de la moral apesadumbrada, contraria a la naturaleza del hombre, que se derivaba, a su juicio, tanto del cristianismo como del budismo. “Estábamos sedientos de relámpago y de proezas, permanecíamos lo más lejos posible de la felicidad de los débiles, de la 'resignación'...”. Esta estética de la salubridad, de lo sanguíneo, de lo instintivo; esta epifanía de la voluntad, es la que el propio filósofo había formulado ya, todavía tronando la cañonería francesa, en 1871, en El nacimiento de la tragedia, al distinguir, como vectores encontrados, lo apolíneo y lo dionisíaco, siendo lo uno contención de lo otro, y ambos solapándose, en equilibrio inestable, en la severa línea dórica.

Casi dos décadas después, cuando se proyecte este Magnum in parvo, que Riera Ginestar traduce como “grandeza en la parvedad”, la filosofía de Nietzsche seguirá siendo “humana, demasiado humana”, y por tanto sujeta a la fantasía y la volición del individuo. Es en esa atención al orbe de lo imaginado donde el grande y desdichado filósofo alcance quizá cotas de mayor belleza y perspicacia.

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