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Un cierre de año a su altura

  • El Sevilla quiere dar el portazo a su exitoso 2014 asegurándose unas Pascuas en zona Champions. La relajación, un enemigo ante el Eibar.

El Sevilla y Unai Emery tienen mucho que agradecer a 2014, un año que se va dejando un título europeo y que se despide hoy en el Ramón Sánchez-Pizjuán en un momento dulce de los blancos. Será en un partido histórico por tratarse de la primera visita del Eibar en Primera, categoría en la que el cuadro nervionense se ha ganado por méritos propios la condición de ser uno de lo que los antiguos llamaban "gallitos".

Cacareando o no, el equipo de Emery ha demostrado que va en serio y pone fin hoy a un mes cargado de compromisos oficiales del que ha salido airoso. El viento sopla limpio en esta esquina de la avenida de Eduardo Dato y en el pensamiento de todos está comerse los polvorones sin riesgo de perder la zona Champions en esa última jornada que el resto de los equipos disputarán el fin de semana próximo y que los de Emery se ahorrarán por la presencia del Real Madrid en el Mundial de Clubes. Sin duda, esta oportunidad permitirá al sevillismo vivir las vacaciones de Navidad con distinto regusto a si lo hace después de visitar el Santiago Bernabéu. Aunque para ello deberá antes sumar los tres puntos ante un rival que trae más dificultades que nombre.

Y esto es una cuestión que a menudo no se valora. En una competición como la Liga española ganar un partido requiere mucho trabajo realizado tras las bambalinas en los días -también semanas- previos, requiere una buena ejecución de lo planteado, un trabajo para minimizar las virtudes del contrario y también que ese porcentaje que el azar siempre tendrá en un partido mientras el balón sea esférico, caiga del lado correcto.

No es, por tanto, tan fácil como decir "somos superiores... ganamos". El fútbol es más complejo y entran en juego más condicionantes. Por supuesto que los jugadores del Sevilla tendrán más papeletas que los del Eibar para descalzarse las botas con una sonrisa, pero esas mismas papeletas debe manejarlas mejor que sus oponentes y para eso un equipo de fútbol trabaja durante la semana.

La del Sevilla ha sido intensa. El jueves salió adelante en la que algunos quisieron bautizar como su primera final, un partido ante el Rijeka en el que los blancos metieron la cabeza en el bombo de dieciseisavos de final de la UEFA Europa League que se pondrá en movimiento mañana a mediodía en la ciudad suiza de Nyon.

El suspiro llegó, y por eso y por encarar la jornada con cuatro puntos sobre el Valencia, el peligro esta tarde radica en la relajación, muy típico de los grandes equipos con jugadores de varias nacionalidades en el último compromiso del año: muchos están pensando en el billete de avión antes de que el árbitro pite el final. La suerte para el Sevilla es que la plantilla no tendrá vacaciones todavía, pero sí estará en el subconsciente que se trata del último esfuerzo antes de las vacaciones, la última prueba en la que es preciso mantener la tensión y el rendimiento.

El técnico ya ha avisado: el Eibar es el corderito que lleva dentro un lobo como el Atlético. Cómo se las gasta fuera de casa el equipo armero, que además llega con dos victorias consecutivas, es algo que está presente en los miembros del cuerpo técnico, quien tendrá que gestionar las reservas físicas de los suyos. Por ejemplo, el fútbolista de moda, José Antonio Reyes, puede dar paso a Deulofeu o Aleix Vidal tras dos encuentros en cuatro días. La vuelta de Krychowiak si lo deja su tobillo se antoja como otra novedad en el último once del año, un 2014 que trajo felicidad a los sevillistas con el título de Turín y que en Nervión sólo ha dejado dos derrotas en la Liga, una en enero ante el Levante (2-3) y otra en febrero frente al Barcelona (1-4).

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