Raúl Ríos. Exonerado de encubrimiento en el crimen de Miriam, de 16 meses y natural de La palma

"Soy inocente y una víctima; lo único que quiero es demostrarlo"

  • Ha pasado cuatro meses en prisión por un delito que no cometió Asegura que seguirá su lucha para demostrar que las pruebas que lo incriminaron fueron "manipuladas".

Raúl Ríos ha sido desimputado por el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Almería, que instruye el caso del asesinato de la pequeña Miriam, residente con su madre en La Palma del Condado. La niña, de tan solo 16 meses, falleció en la localidad de Abrucena (Almería) en diciembre de 2012 a consecuancia de un golpe en la cabeza. Su cuerpo apareció días más tarde en una balsa de riego. El principal y único acusado es Jonathan Moya.

El juez considera que Ríos no participó en los hechos después de haber pasado cuatro meses en prisión acusado de haber ayudado al autor del asesinato y de encubrir la trama, un delito que no cometió. Cada año se conocen numerosas condenas a inocentes que se deben a reconocimientos erróneos que hacen víctimas, testigos o incluso a errores en la instrucción. El caso de Raúl Ríos podría ser probablemente uno de tantos si finalmente se logra demostrar lo que él mismo ha mantenido desde el principio, que las únicas pruebas por las que le imputaron, unas conversaciones telefónicas a través de mensajes cruzados con Jonathan Moya (por una historia no relacionada con el crimen), fueron "manipuladas" con la intención de involucrarlo.

Contento con el auto del juez, asegura que aún no está satisfecho, pues va a luchar hasta el final para conseguir las tarjetas de los dos teléfonos móviles y el CD que contiene la transcripción de los mensajes y así poder demostrar con un perito que la prueba fue manipulada.

Como explicó al Grupo Joly durante una entrevista, "mi esperanza ahora es que una vez que ha quedado claro que no he tenido nada que ver en el asesinato de la niña Miriam, que soy una víctima más de Jonathan Moya, que la justicia de Almería agilice las cosas y me den la oportunidad de analizar las tarjetas de los móviles para poder probar la verdad, que las pruebas fueron manipuladas. Soy inocente, pero no porque lo diga el juez, sino porque no he hecho nada. Quiero defenderme y después pedir responsabilidades a quien corresponda. Y si hay alguien que tenga que pagar por esto que lo haga, que se haga justicia".

Raúl Ríos es consciente de que su imputación en uno de los crímenes más mediáticos y sensibles de los últimos años en la provincia de Almería, a pesar de haber sido declarado inocente, le harán pagar una condena de por vida, porque "Almería es una ciudad muy pequeña en la que todo el mundo se conoce y no puedo evitar salir a la calle y ver cómo la gente me mira, porque me reconoce, porque mi imagen ha salido muy perjudicada en todos los medios de comunicación cuando se me vinculaba a semejantes hechos. Incluso estoy pensando en irme fuera a empezar una nueva vida".

"Yo no quiero dinero, lo único que pretendo es que la gente sepa que soy inocente y poder demostrar que he sido una víctima más en este caso. Esto es más una cuestión de honradez que de dinero", destaca Ríos, al tiempo que aprovecha para dirigirse públicamente al juez y decirle que él es la única persona que puede ayudarle. Su abogado, Carlos Ferre del bufete Lealtadis, volverá a presentar un escrito solicitando las pruebas al juez, por quinta vez consecutiva.

A pesar de estar en libertad, Ríos asegura que no cree en la Justicia. Sin embargo, está dispuesto a llegar hasta el final. Tendrá que ir a declarar en el juicio que se celebrará con jurado popular como testigo y afronta esta situación con "total tranquilidad".

"Si mi testimonio sirve de algo estaré encantado de ayudar, lo mismo que fui a declarar la primera vez ante la Guardia Civil, de forma totalmente voluntaria, entregué mi teléfono móvil e incluso ayudé en la búsqueda de Jonathan y de la niña", como explicó.

-Del pasado forman ya parte los largos días en la cárcel, primero en El Acebuche (Almería) y después en Murcia. Todo este tiempo privado de libertad e imputado "ha sido una pesadilla". "Todo el mundo me tachaba de ser un criminal o de pertenecer a una red de tráfico de personas. Mi fotografía ha salido como un mafioso sólo por haber trabajado en el mundo de la noche. Pero lo peor ha sido pensar que estaba cumpliendo una condena por algo que no había hecho. Pasaban los meses sin tener noticias del juez y la angustia de pensar en lo que me había visto metido sin comerlo ni beberlo se iba incrementando. Allí se te pasan muchas cosas por la cabeza, incluso que nunca se iba a saber la verdad y que tendría que cumplir una pena por un delito que no había cometido. Llegué a tener miedo de cumplir una condena, pero en el fondo yo sabía que no había nada y tenía algo de esperanza".

A la incertidumbre de no saber qué iba a pasar con él se sumaron las amenazas de los demás internos. "Si cuando entré en la cárcel no hubiera estado físicamente fuerte habría tenido que estar peleándome cada dos por tres. Esto me ha evitado muchos problemas. Allí era como si todo el mundo quisiera matarme. De hecho, me trasladaron a Murcia por cuestiones de seguridad, para que no estuviera en un sitio donde prácticamente todos los reclusos conocían el caso. He tenido muchas peleas dentro", asegura.

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