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La ermita de la Cruz de Arriba abre sus puertas tras una década cerrada al culto

  • La reforma del templo incluye unos frescos de Antonio Rodríguez Ledesma

La Cruz de Arriba de Lucena del Puerto celebró ayer la bendición de su nueva capilla. Tras más de una década cerrada al culto, los Arriberos, como se conoce a los miembros de esta hermandad, abrieron de nuevo las puertas de la capilla tras una amplia reforma. El resultado es un trabajo que ha implicado una completa rehabilitación de la estructura respetando la labor de escayolistas y marmolistas.

La reforma incluye unos frescos, obra del pintor Antonio Rodríguez Ledesma, que cubren tanto el ábside central como las cúpulas laterales. La pintura mural describe distintos pasajes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección, con especial atención a los símbolos que distinguen a la hermandad, como la Santa Cruz, los arcángeles que la portan o el cordero de Dios presente en el escudo de la Cruz de Arriba.

La Santa Cruz Arriba es uno de los elementos arquitectónicos destacables de Lucena. Cuenta con una bella y recogida fachada, caracterizada por un vano de medio punto decorado con molduras de ladrillo de carácter abocinado, enriquecido con azulejos en tonos azul y blanco de cerámicas Santa Ana de Triana y por dos ángeles portadores de una gran medallón, todo rematado por un templete que alberga el campanario. La Cruz es una obra de orfebrería sevillana, ejecutada en plata con fondos de terciopelo roja, soborne peana de talleres de Villarreal. En el crucero aparece el Agnus Dei, completándose la ornamentación con el cáliz y las palomas que aparecen en los pies. El sudario, de tisú bordado en oro por la Hermanas Oblatas de Huelva, está también sujero por palomas.

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