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Rosal de la Frontera y Sanlúcar de Guadiana, dos caras de la misma moneda

  • Los rosaleños se benefician de la ausencia de barreras mientras los sanluqueños piden un puente.

El de Rosal de la Frontera ha sido el único paso fronterizo natural andaluz entre España y Portugal hasta que se habilitó hace unos años la carretera entre la localidad onubense de Encinasola y la alentejana de Barrancos. Según el alcalde de Rosal, Ramón Márquez, la ausencia de barreras naturales entre su pueblo y la aldea portuguesa de Vila Verde de Ficalho ha propiciado que históricamente las relaciones entre sus vecinos hayan sido "magníficas" social y comercialmente.

Tal es así que esta localidad serrana de 1.900 habitantes siempre se ha caracterizado por su intensa actividad comercial. Una actividad que se ha visto afectada por los cambios en las relaciones hispano-lusas de las últimas décadas. Y es que según Carmen López, representante de la cuarta generación de una familia rosaleña que regenta uno de los comercios más antiguos del municipio, "cuando existía la frontera muchos portugueses venían a adquirir aquellos productos que no encontraban allí, aunque con la limitación de tener que cruzar una aduana que además cerraba por la noche".

La apertura de la frontera supuso un "fuerte boom comercial" durante los primeros 7 u 8 años en Rosal ya que los portugueses podían pasar libremente por ella dichos productos, sobre todo perfumes, chocolates, caramelos, plátanos o incluso bacalao. Y es que en este paso fronterizo se instaló en 1990 el primer Canal Azul de la Comunidad Europea, que permitía la libre circulación de ciudadanos comunitarios, pero no el de mercancías, lo cual no llegaría hasta el 1 de enero de 1993 con la entrada en vigor del Acta Única.

"El dinero entró entonces a espuertas desde Portugal", apunta López. Pero la implantación de grandes supermercados en el país vecino y la llegada de todo tipo de bienes de consumo hizo posteriormente que el comercio se redujese. "No obstante -enfatiza la rosaleña- los intercambios siguen siendo importantes, aunque ahora en función de la oferta y la demanda".

Según Dionisio Jesús Mesa, que regenta un bar que mantiene sus puertas abiertas desde 1936 en Rosal, los portugueses vienen ahora sobre todo a por bombonas de butano, que cuestan en Portugal 31 euros frente a 14 en España, y combustible, entre 0,20 y 0,25 euros más caro en el país vecino. Un hecho que Lavinia Moreira, una portuguesa de 34 años que trabaja en un comercio rosaleño desde hace 6 y que cruza la Raya varias veces al día, achaca a la crisis económica de Portugal, "mucho peor que la española".

El alcalde rosaleño insiste en que con la apertura de las fronteras "hemos salvado una barrera importante". Del mismo modo opina que la construcción de puentes en otras localidades rayanas ha sido "extraordinario" para un mayor acercamiento entre los pueblos de ambos lados de la frontera.

En el caso de Sanlúcar de Guadiana (408 habitantes), cuyos vecinos prácticamente se ven las caras a diario con los de Alcoutim (1.100 habitantes), al otro lado del río, la historia es bien distinta. Su alcalde, José M. Ponce, aún recuerda como cuando para cruzar el Guadiana en una barca "había que pedir permiso a la Guardia Civil". En este sentido las relaciones comerciales, aunque siempre han existido, han sido mucho más complicadas que en Rosal, y al igual que en esta localidad están actualmente marcadas por la oferta y la demanda.

Ponce también reconoce que las relaciones sociales entre los vecinos de ambas poblaciones siempre han sido "excelentes" ya que "nos conocemos todos y somos prácticamente como un mismo pueblo, pero separado por un río, sobre todo tras la apertura de las fronteras, de lo cual nos hemos beneficiado todos los municipios fronterizos".

Pero paraJosé M. Ponce aunque las fronteras políticas hayan desaparecido "nosotros seguimos teniendo la importante barrera natural del Guadiana". Así, y pese a aplaudir los puentes que se han tendido en otras localidades, el primer edil sanluqueño no pierde la oportunidad de poner sobre la mesa la equidistancia entre los que para él son los dos puentes que verdaderamente salvan la frontera natural existente aún entre España y Portugal (el Internacional del Guadiana al sur y el de Mértola al norte), ya que según incide, "el resto atraviesan la ribera del Chanza y no el Guadiana".

Una forma de dejar entrever la necesidad de un puente entre su pueblo y Alcoutim "que beneficiaría a todo el Andévalo, aunque soy consciente de que hay otras infraestructuras prioritarias".

Mientras tanto, el aproximadamente medio centenar de escolares de Alcoutim que participan en una actividad de convivencia con los alumnos del colegio de Sanlúcar esperan durante más de una hora en el pequeño puerto de esta última a que el transbordador que tiene que devolverlos a su país los transporte de 12 en 12.

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